miércoles, noviembre 01, 2006

El mal trato a los inmigrantes, que no cesa

Lo que voy a contar ha sucedido en Soria. Podría haber sucedido en cualquier otra ciudad, pero ha sido en Soria, concretamente en la capital, y como quiero situarlo y, a poder ser, que llegue a oídos de la propietaria del piso o de algún familiar, lo sitúo exactamente donde ha sido.
Una pareja compuesta de una muchacha de un pueblo cercano y un muchacho negro, fueron a visitar, por la zona de la Estación de Autobuses, un piso que anunciaban de alquiler al precio de cuatrocientos euros al mes, según la propietaria les indicó por teléfono. Al visitarlo, la mujer, mirando insistentemente al hombre, les indicó de forma nerviosa que el piso lo quería “limpio, muy limpio”. He decir que el hombre presenta un aspecto magnífico, alto, guapo, muy limpio, habla varios idiomas, aunque el trabajo que realiza nada tiene que ver con sus condiciones intelectuales y culturales, por lo que tal vez habría que pensar que el color tostado le pareció a la propietaria falta de higiene.
Al salir del piso, alquilado ya de palabra, la mujer dijo que el alquiler les supondría cincuenta euros más de lo pactado por teléfono, aún así, estuvieron de acuerdo. Al llamar al día siguiente para hacer el contrato, la propietaria se volvió atrás y no les alquiló la vivienda.
Como el hecho, por desgracia no único ni aislado, se comenta solo, lo dejaré aquí y cada cual ponga su acento.

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