martes, junio 23, 2009

Vándalos

Cuando veo en mobiliarios públicos emblemas de la CNT, o la hoz y el martillo, y leyendas como “Anarquía” y similares, me pongo enferma. Alguien tendría que explicarles a los jóvenes picassos –y nadie mejor que padres y educadores- que los comunistas –con todo lo criticable de su doctrina- y los anarquistas, se dedicaban a otros menesteres muy distintos a los de ensuciar lo que es de todos y todos pagamos.
Me cuesta mucho esfuerzo criticar a los jóvenes, sean como sean, pero ellos deben aprender que vandalismo es una cosa, y rebeldía otra muy distinta. Deben saber que en los años diez, veinte y treinta del pasado siglo, ante los anarquistas –esas siglas, CNT, que ellos pintan tan alegremente- presentaba sus obras García Lorca. Que los obreros, con sólo un día a la semana de descanso después de sesenta o setenta horas de trabajo semanales, acudían a los ateneos a escuchar conferencias, leer a Flaubert y la prensa, y otras actividades culturales. Por lo tanto, machacar el mobiliario comunitario, no entraba en sus actividades.
Que la rebeldía es algo inherente a la juventud, es algo que todos sabemos, pero la rebeldía, o la reivindicación de las libertades, no significa destrozar lo comunitario. Las libertades las reclamaron los de la CNT luchando contra el fascismo, muriendo por ello, padeciendo cárcel y todo tipo de penalidades.
Tampoco rebeldía equivale a conseguir una moto –generalmente pagada por los papás- acelerar a tope y molestar, a la una de madrugada, a diez mil ciudadanos. O irse a las zonas de copas y molerse a palos con otro mortal. Todo eso es vandalismo, gamberrismo, o como quieran llamarlo.
En los próximos días, en Soria, y con motivo de las Fiestas de San Juan, habrá mucho de eso. Como si los jóvenes (algunos) hubieran estado trabajando a pleno sol durante todo el año, sesenta horas a la semana, salen como vaquillas del toril para llevárselo todo por delante. Restos de vomiteras, vasos a diez metros del contenedor, cristales, todo ello en cantidad de toneladas, inundarán la ciudad, sin ningún respeto por nada ni por nadie, ni tan siquiera por los currantes de la empresa de limpieza. Por no hablar del escándalo por todas las calles de Soria. Esto es transportable a cualquier ciudad, villa o aldea de la llamada piel de toro.
Esto en vandalismo.
Yo conozco otra forma de reivindicación de los jóvenes, y voy a ejemplarizarlo en Iván Aparicio. Él es un rebelde necesitado de alimentar esa rebeldía con el conocimiento. Imposible será verle haciendo pintadas absurdas, destrozando bancos, ensuciando su ciudad o molestando al vecindario. Prefiere presidir la Asociación de la Memoria Histórica, ayudar a la de diabéticos, crear asociaciones juveniles, irse a Honduras para ensanchar sus conocimientos y su alma, acudir a manifestaciones justas y cosas por el estilo. Esto es rebeldía.
Por favor, que alguien les explique a algunos jóvenes la diferencia entre ese concepto y el de gamberrismo.

martes, junio 09, 2009

Las elecciones del aborto libre

El mapa resultante de las últimas elecciones europeas da miedo. El color azul es indicador de la derecha, de toda la derecha, hasta de la extrema. Entre ese azul que marca el mapa de las últimas elecciones, están también los xenófobos, los que hace unos años necesitaban a los sudacas, negratas y otros inmigrantes para que recogieran la fresa, barrieran las calles, quitaran la mierda en general, y ahora, les molestan porque, según ellos, les están quitando el pan de los hijos, y es necesario que se vuelvan por donde vinieron, a poder ser en pateras, y ya se les llamará más adelante, cuando el europeíto medio esté de nuevo tranquilo.
Siempre he dudado de si existe derecha moderada, a la hora de la verdad, cuando pierden los estribos, o un fallo del subconsciente les juega una mala pasada, aparece la derecha pura y dura. No asilvestrada, como he leído a veces. La derecha no está asilvestrada, está perfectamente disciplinada, con ese sometimiento a las consignas que ya se dieran en épocas pasadas, y que tan buen resultado da. Lo que se juegan no es poco: el dinero y el poder, lo que siempre le ha gustado a la derecha. Recordemos que los conceptos de izquierda y derecha son relativamente modernos, antes había amos y esclavos, amos y obreros, el poder y los desgraciados, y ese gen parece ser que todavía forma parte de los dirigentes conservadores.
En cambio, la izquierda sí está asilvestrada, es jovenzuela, inexperta, cree todavía que la razón le llegará dada por el hecho de tenerla y muchos de la que la componen no tienen el suficiente conocimiento –como joven e inexperta- para saber cómo juega la derecha.
Decía hoy Iñaki Gabilondo que “es el tiempo del cinismo”, en referencia a la magra factura que los italianos le han pasado a Berlusconi. Este personaje, como otros de la derecha (léase Camps, Aguirre, el presidente de la diputación de Castellón, etc.) se permite el lujo de reírse de la izquierda y hasta de mearse en ella, si necesario fuera. Les votan para decirles a los antiguos esclavos que pase lo que pase, el búnker es el búnker y vota. Mientras, la gente de izquierda se pierde en disquisiciones filosóficas y éticas.
En realidad, las elecciones europeas no las han ganado ni la derecha ni la izquierda, las ha ganado la abstención, y este hecho es de análisis menos simple, pues entre esos abstencionistas hay de todo: desganados, escépticos, jóvenes desorientados, anarquistas… Personas que no quieren participar en esta feria, en esta democracia tan desoladora, que no quieren apoyar a políticos tan alejados de los problemas reales, cuando no corruptos. Unos políticos que han hecho una campaña electoral de vergüenza, tirándose los platos a la cabeza, voceando de todo menos de Europa. Una derecha española deseando de volver a hacerse con el poder al precio que sea y una ¿izquierda? abrumada por los problemas económicos de los que la derecha dice tener la solución, pero que no la propone hasta llegar al poder. Algo que, de ser cierto, que no lo es, sería causa de delito.
Pero tampoco este numeroso grupo que ha ganado las elecciones propone alternativas, se une para hacer frente a quienes, inevitablemente, con los votos que se hayan emitido, nos van a gobernar. Les da igual, la política es como el deporte de competición, patada en los testículos y a ganar, aunque en las gradas esté sólo la madre que los parió o que les votó.