martes, enero 12, 2010

El timo de la gripe A

El ser humano nace, o el mundo de las piezas de un juego, la mayoría, o en el mundo del que las mueve, la minoría. Tratar de salir del primero es muy difícil, por no decir imposible. Desde arriba, los que mueven las fichas, no tienen más misión en el mundo que controlar a los de abajo, haciendo a veces que todo cambie para que todo siga igual.
¿Democracia? démosla, cuando todos crean que son libres y decidan, les ataremos fuerte, con ataduras que no parezcan, para que sigan contribuyendo a nuestros intereses. “Y el hombre… pobre, pobre!, vuelve los ojos…”, decía César Vallejo en Los Heraldos Negros. Creo que esa impotencia de saber que nada se puede hacer si no es todos juntos, hace que muchos callen y sigan.
Cuando el primer mundo cree que es libre, porque vota a unas listas cerradas de un partido cualquiera, o no vota, pero da igual, porque los políticos gobernarán aunque sea con los votos de sus padres, es el momento de que los peones hagan millonarios a los especuladores urbanísticos, que ahora lloran en el interior de coches exclusivos, o rodeados de obras de arte adquiridas con dinero negro, o en la casa de la playa. De los peones se hará cargo, primero el Estado –o sea, todos- y después los comedores sociales.
Mientras la Banca sigue repartiendo beneficios entre los suyos –en cantidades ofensivas para la mínima sensibilidad- recibe el apoyo de los gobiernos, para que todo siga igual. Todos dependen del capital, de un capital amasado con el sudor de los peones, igual que las piedras de las pirámides de los faraones.
Y en esto llegan los laboratorios farmacéuticos, los que juegan con la salud de los peones. Esa salud es, en muchas ocasiones, lo único que poseen los peones, y es necesario cuidarla, desde luego, sin masa no hay dinero, sin dinero no hay poder. Pero se pueden permitir el lujo de jugar con ellos en lo de la salud también. Es cuestión de hacer cálculos.
Los laboratorios farmacéuticos llevan muchos años haciéndose multimillonarios, pero no les debe parecer suficiente tomando al ser humano de uno en uno y, de vez en cuando, lanzan epidemias más imaginarias que reales, para que se implique el mismísimo Estado, que es uno de los agentes imprescindibles para manejar al personal.
Y llega la gripe A, primero porcina. Meses bombardeando a los peones a través de otros agentes necesarios, los medios de comunicación. No sé si los gobiernos son idiotas, en grupo, o uno a uno. El caso es que todos, desde el de América con la CIA incluida, hasta el más modesto de los países del Este, sin hacer más averiguaciones, se lanzan a comprar cientos de millones de dosis para vacunar a los peones, no se les vayan a morir demasiados y pase la epidemia de suavizar el paro a dejarles sin mano de obra.
No sólo compran vacunas, también mascarillas, guantes, termómetros, antivirales, antipiréticos, antisépticos…, miles y miles de millones de euros que han ido a parar, directamente, a los bolsillos de los socios de las multinacionales farmacéuticas. Nada de este dinero irá al Tercer Mundo para vacunas necesarias, para combatir el SIDA o la malaria.
Mientras, una monja benedictina, Teresa Forcadas, con poco más de cuarenta años, especialista en medicina interna, doctora en Salud Pública, doctora en Teología, que viste pantalones, a quien le gusta Lluis Llach, María del Mar Bonet y Elvis Presley, activista con hábito, autora de “Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas”, entre otros libros, ha tenido los bemoles de lanzar a los cuatro vientos que lo de la gripe A era una falacia, y recomendar la no vacunación. Yo no la he visto en la televisión pública, ni privada; ni la he escuchado en la radio pública, ni privada. Esta mujer ha tenido eco en la televisión catalana, donde pude escucharla, y en Internet.
La “epidemia” de gripe A se ha saldado, hasta ahora, con la décima parte de casos mortales que la estacional. Los agentes necesarios para que el Primer Mundo funcione como lo hace, y el Tercero esté en reserva para futuras actuaciones, son los distintos estados con sus políticos al frente amparados por sus fuerzas represivas y los medios de comunicación, además de algunos tontos útiles sueltos. Sólo nos queda un medio libre: Internet, pero ya están urdiendo leyes para que esta libertad se limite.
¿Nadie va a pagar, a nadie se va a responsabilizar, del derroche de millones de los contribuyentes que se han invertido en pro de la industria farmacéutica?