sábado, febrero 13, 2010

De lo nuclear y Soria



Pertenezco a una generación donde la mayoría hemos estado en contra de los toros, del futbol, del sistema capitalista y, por encima de todo, en contra de la energía nuclear. Por supuesto, sin saber demasiado de lo último al principio, aunque luego nos hayamos ido informando. Por lo que a mí respecta, no he cambiado de forma de ver la vida, si acaso, y por eso de ir en contra de lo razonable, me he radicalizado más. Ha sido siempre para mí una cuestión de ética y estética, y me complace cada vez más encontrar personas en el caminar de la vida que mantienen sus firmes convicciones.
Energía nuclear no, y mil veces no. Pero nos metieron en esto hará ya unos cuarenta años, y de aquellos polvos llegan estos lodos. Nos guste o no, la mierda radioactiva está ahí y en algún sitio hay que colocarla.
Se escuchan voces criticando la actuación del gobierno, que no debería, dicen, haber dejado en manos de los ayuntamientos semejante pastel. El gobierno ha actuado de manera maquiavélica y, a sabiendas de que el asunto era complicado, ha propiciado que varias corporaciones se postulen para ellos escoger de la gavilla presentada, con algunas, que no todas, las bendiciones. Es necesario decir que este gobierno tiene poca participación en el tema nuclear, más bien al contrario, la decisión de cerrar Garoña dice mucho a favor de ellos. Pero los residuos los tienen encima de la mesa y una forma de quitárselos era propiciar esta postulación o pagar a otros países para que los alberguen, cuiden y mimen.
Una barbaridad en toda regla, porque un ayuntamiento administra de mil a tres mil hectáreas de tierra, que lindan a los cuatro vientos por otros tantos pueblos con más o menos hectáreas. O sea, que la instalación de un almacén de residuos radioactivos afecta a veinte ayuntamientos, por decir algo.
La sorpresa mayúscula de muchos sorianos fue ver en los medios que uno de nuestros municipios se ofrecía para albergar estos residuos. No voy a decir nada en contra de Torrubia, porque tanto este como cualquier otro que se hubiera ofrecido, lo ha hecho, estoy segura, con la intención de que el pueblo, y toda la zona, salgan del coma en que se encuentra toda la provincia.
El problema es otro. Todavía no sabemos qué modelo de provincia queremos. Parecía que lo íbamos perfilando, de cara al turismo más o menos culto: senderos, fauna y flora, micología, casas rurales, actividades etnográficas, museos, rehabilitación de edificios… Y ahora nos encontramos con esta sorpresa, para la que tenemos muchas, muchas papeletas, es muy posible que nos llevemos el premio.
No nos olvidemos del origen. Lo de Torrubia y otros municipios es una pequeña muestra de lo que nos espera a nivel mundial. Este sistema que padecemos desde hace menos de cien años, es la barbarie y el salvajismo, auspiciado por el capital y sustentado por gobiernos de todo el mundo con sus agentes necesarios: políticos, poder judicial, fuerzas del orden, y otros de parecido pelaje.
Estos agentes, con sus artimañas, nos han envuelto para llevarnos al consumo desorbitado, han hipotecado a nuestros jóvenes colocándoles ladrillos en vertical, a los no tan jóvenes los horizontales de la segunda y tercera residencia (y hasta ahora desgravaban las tres), les han vendido coches potentísimos para circular por calles estrechas, han destrozado el mundo rural (único sostenible del mundo), y todo ello ha llevado a un consumo para lo cual es necesario todo tipo de energía. En definitiva, nos comemos la tierra en dos generaciones más.