lunes, enero 28, 2008

Los salarios de la muerte

No pasa un día sin que nos conmuevan noticias sobre la muerte de algún obrero. A mí me duelen más, mucho más, que las de intelectuales, artistas, poetas, con todo y que estas me afecten también, dependiendo del extinto. Siempre pienso que los mimados por la sociedad han vivido una vida más plena –aunque tal vez no sea a sí, pero yo lo pienso- reconocida en su obra, más fácil en lo económico, y además, les ofrecerán homenajes una vez muerto. Un obrero muere, y como decía César Vallejo: “Un albañil cae de un techo, muere, y ya no almuerza. ¿Innovar luego el tropo, la metáfora?”.

Del dolor paso a la indignación, porque la mayoría de los accidentes suceden por la falta de seguridad en el trabajo. Eso lleva a la asquerosa deducción de que al capital –que tiene nombres, apellidos y caras, muy duras casi siempre- le importa la vida de un hombre lo mismo que al radical musulmán capaz de inmolarse, o sea, absolutamente nada, si lo que está en juego son sus beneficios.

Además están los salarios de muerte que cobran, para acabar en el fondo del mar, en el de la mina, o cayendo al vacío. Pescadores, mineros, obreros de la construcción, poceros –no el de Seseña-, no llegan, en su mayoría, a los mil euros mensuales, y se juegan la vida. Funcionarios de grupos privilegiados, políticos, ejecutivos y demás ralea, que lo único que se juegan es el prestigio del que muy posiblemente carezcan, hacen temblar las nóminas.

Esta sociedad no avanza ni un milímetro. Han ampliado la clase media-baja, anestesiada por las hipotecas, pero lo demás sigue igual. Millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza, cada año que discurre más millonarios, y los obreros, esos que verdaderamente hacen que la economía avance, aunque se les consideren peones sin la menor relevancia, matándose con las manos llenas de callos y la columna destrozada.

Son los antiguos esclavos. Todo sigue igual. La Iglesia en la cumbre del poder, los nobles reemplazados –o mezclados- por el capitalismo, y en la amplia base de la pirámide, los obreros, a quienes se les da estatus de clase media baja, será por lo de la propiedad de un nicho de ochenta metros cuadrados que pasarán toda la vida pagando. A los que viven por debajo del umbral de la pobreza ni se les tiene en cuenta. Son los otrora pobres de solemnidad, que acudían a los conventos a comer la sopaboba, y ahora les dan pensiones de mierda. Tanto caminar, tanto recambio generacional, para esto.

Mi más sincero agradecimiento

El pasado viernes día 25, tres miembros de amplio equipo de investigación para la localización de Jaume IV, se desplazaron a Soria, desde Mallorca. Helena Inglada Grau, arqueóloga y responsable de Patrimonio en el Ayuntamiento de Palma; Josep Mas i Llaneres, quien diera comienzo hace ya diez años a la investigación; y Carles Planells, técnico. El motivo de su visita era saludar a los representantes de las instituciones y agradecer su apoyo y diligencia, que han dado como resultado los permisos correspondientes para iniciar las excavaciones.

Les acompañé como miembro en Soria del grupo de investigación, y quiero desde aquí agradecer sinceramente el recibimiento de todos y cada uno de los representantes políticos, y de los técnicos, de las distintas instituciones. A Efrén Martínez Izquierdo, presidente de la Diputación. A Carlos de la Casa y Pedro Asensio, delegado de la Junta de Castilla y León, y jefe de Cultura de la entidad autonómica, respectivamente. A Carlos Martínez Mínguez, alcalde de Soria. Y con ellos, a Yolanda Martínez, Elena Heras y a don Rufo Nafría, párroco de la Iglesia de San Francisco. Creo que no me dejo a nadie, si así fuera, sería involuntario. Por supuesto, también a los medios de comunicación.

Los miembros de la delegación balear se fueron contentos y agradecidos. Las distintas fases de la labor conducente a la comprobación in situ de la certeza documental, será seguido en nuestro web y dado a conocer a los medios.

A todos, muchas gracias.

miércoles, enero 16, 2008

Aznar cabalga de nuevo

El sentido de la oportunidad de Aznar acabará convirtiéndose en proverbial. A menos de dos meses de las elecciones generales, ha decidido restar votos a los populares en Catalunya y Euskadi, como si fueran sobrados de ellos, y también en Galicia. Aunque visto lo sucedido con Ruiz-Gallardón, al Partido Popular le interesa la gente dura, extrema, y a los demás saber dónde están realmente y con quiénes nos jugamos el progreso.

Aznar ha presentado una nueva publicación con el leiv motiv de defender el castellano. Se trata de una serie de ensayos sobre materia lingüística, que próceres de la cultura orgánica del sector más rancio del Partido Popular han escrito, supongo que en un esfuerzo colectivo por apoyar al exlíder a combatir de una vez por todas esas lenguas, esos dialectillos de nada, que hablan los polacos y los separatistas del Norte. Estos intelectuales son, Joan Juaristi (quien ha involucionado de la izquierda a la derecha a la vez que le encargaban direcciones y presidencias y engordaba su bolsillo), Armando de Miguel (colaborador de COPE y mundodigital, está dicho todo) y Valentí Puig (quien otorga a políticos como Lula da Silva la calidad o cualidad de “notas de color”),

A él, a Aznar, le gustaría que en toda España sólo se hablara la lengua del Imperio. Pero qué le vamos a hacer, además del castellano hay otras, tan normalizadas, tan antiguas, tan dignas como la nuestra, y entre ellas están el catalán, el gallego y el euskera. Aznar, líder político al fin, y mal que nos pese a algunos, debería hablarlas y no sólo en la intimidad. Eso se lo agradecerían mucho y con ello ganaría votos. De paso, le otorgaría una facilidad de la que carece para hablar mejor otras, como el inglés, idioma en el que se ha empeñado porque le produce beneficios, mientras que las otras lenguas del Estado sólo le darían un poco de la empatía de la que carece.

Aznar debería saber que en gallego-portugués escribió, en el siglo XIII, Alfonso X el sabio –el de la Escuela de Traductores- sus Cantigas. Que el catalán es el idioma de más de cinco millones de ciudadanos –a quienes él no les tiene ningún respeto- y que esa lengua se habló durante siglos en lo que ahora es Catalunya, Aragón, Andorra –en la actualidad idioma oficial-, Países valencianos, Illes Balears, Córcega, Sicilia, Nápoles, parte de Grecia, Perpinyà, y seguro que me dejo alguno.

Por mucho que José María Aznar se empeñe, no va a conseguir que la gente deje de hablar su lengua. Ya lo intentó antes Franco y sus adláteres, y fracasó. Si ellos no lo consiguieron, con la fuerza de la represión, no lo va a conseguir el líder del PP, en plena democracia, integrados como estamos en Europa y sin miedo a los tanques.

Si el castellano, como él dice, es la lengua de todos, el catalán lo es de todos los catalanes, el euskera de todos los vascos y el gallego de todos los gallegos. Esta es una verdad de perogrullo. Pero él se cree en posesión de la verdad, de la única verdad, como los representantes de la derecha más añeja y trasnochada, y afirma, sin que el bigote se le cantee un milímetro, que plantean problemas de libertad y se convierten en instrumentos de coacción.

El discursito del exlíder en la presentación de esta “obra” se entiende y sobreentiende a la perfección. Son palabras de Aznar, con eso está dicho todo. Pero hay en él una frase despistante, afirma que los gobernantes autonómicos no ofrecen modelos lingüísticos “eficaces y respetuosos con la pluralidad”. ¿Se refiere, tal vez, a que deberían hablarse todas las lenguas menos el catalán y el euskera? ¿Y eso de que se incumple al artículo tres de la Constitución, es una broma, o es un intento de crear confusión entre los menos informados? El artículo tres de la Constitución dice que el castellano es la lengua oficial del Estado, pero que las comunidades que tengan el suyo propio será también oficial en esa comunidad, y añade que las otras lenguas deben ser protegidas por su aportación cultural. Algo así, porque cito de memoria.

Los dioses nos libren para siempre de jovenzuelos pijos reconvertidos en progres de derechas, como aquellos muchachos que se sentaban en Sandor, en la plaza de Francesç Maciá, de Barcelona, cuando todavía estaba dedicada a Calvo Sotelo. Y nos libren también de “intelectuales” orgánicos pendientes sólo de los emolumentos, y nos otorguen, para que el juego sea más limpio y democrático, a una derecha civilizada, sin aznares, zaplanas, aguirres y acebeses.

lunes, enero 07, 2008

Los intermediarios, esos nuevos nobles

Desde que la Historia nos ha dejado sus documentos, podemos afirmar sin temor a errar que los siervos de la tierra ha sido el colectivo más puteado de todos hasta hace dos generaciones. Si las tierras pertenecían a los nobles, malo, pero si eran de realengo, peor, por curioso que resulte, no digamos ya si pertenecían a la mitra. El noble les quedaba algo más cercano que el rey y siempre podían acudir a pactar el pago, los funcionarios reales eran más corruptos y el clero más insaciable. Así que entre alcabalas, pechos, asaduras, diezmos y primicias, los campesinos se las veían y deseaban hasta la abolición de los señoríos, en 1835, teóricamente.

A mediados del siglo XX, el campesino de Castilla y León, harto de aguantar penalidades, con las tierras sin concentrar, algunas dando una cosecha cada dos años, cuando no menos, las puso a renta o las vendió directamente y se marchó a practicar otro tipo de servilismo en el mundo industrializado de las grandes ciudades: el de mirar atentamente la máquina, o formar parte de una cadena de trabajo, o dedicarse a peón de la construcción. Los que se quedaron, aliviados por el incremento de las tierras, por la maquinarias y por las ayudas que fueron llegando, levantó la cabeza, en algunos casos hasta extremos insospechados, siendo los principales compradores de viviendas nuevas en las capitales, en ocasiones una por hijo. Los braceros no han tenido tanta suerte. Los latifundios siguen ahí, y la Ley de Fincas manifiestamente mejorables parece ser que se ha utilizado poco.

Unas veces pienso en lo injusto de la situación para algunas zonas, en las diferencias económicas que se están produciendo con otros sectores, pero la mayoría me alegro, en conjunto, de lo que ha sucedido en las últimas décadas en el mundo rural castellanoleonés, pese a la voracidad de algunos de sus miembros. Siempre lo justifico volviendo la vista atrás.

De los componentes de este mundo rural, dedicado a la agricultura extensiva, la ganadería y la horticultura, los menos agraciados son los dos últimos. Y los que más horas –a veces todas- han de dedicar a su trabajo. Y es a estos grupos a quienes le salieron, hace ya años, unas verrugas para las que, al parecer, no hay solución alguna. Son los nuevos nobles, desclasados y vulgares, que se dedican a hacer de intermediarios. Los chupópteros, las rémoras, aquellos que sin arriesgar nada, viven a costa de los productores y de los últimos compradores. Estos sinvergüenzas están en todas las actividades. Recordemos la última huelga de kioscos. Las distribuidoras de periódicos y libros se llevan del 55% al 65% del precio de venta al público, pagando mucho tiempo después de haber cobrado ellos de las librerías y kioscos.

Otro tanto sucede con productos de primera necesidad. Hace unos días, en una emisora de radio, escuché que el kilo de calabacín lo cobra el productor a 0,30 euros/kilo, y lo paga el consumidor a 1,70. El cordero estas Navidades lo han pagado al ganadero a 3,00 euros kilo y se ha pagado en la tienda a 12 euros kilo. Todos, absolutamente todos los productos de la tierra, los de primera necesidad, se incrementan a partir del 80%, llegando hasta el 173%.

¿No trabaja nadie, o medra algún político responsable en algún ministerio, en algún departamento de los gobiernos autonómicos, en alguna concejalía de los ayuntamientos, que, sin pasarse la pelota, pongan coto a estos sinvergüenzas? Esto sí que interesa a toda la ciudadanía, a toda. Los temas que ellos consideran “estrellas”, las grandes cosas con las que juguetean, sólo a ellos.

martes, enero 01, 2008

Benazir Buttho

El 27 de diciembre repusieron, en TV2, apenas unas horas después de que fuera asesinada Benazir Buttho, una entrevista de José Luis Balbín a la líder pakistaní. Muy mala combinación: mujer-líder política-pakistaní, tan mala, que le ha costado la vida.

Pese a la previsibilidad del asesinato, no ha dejado de ser un impacto mundial. Dicen los entendidos que se trata de una grave crisis que coloca –otra vez- en vilo la estabilidad mundial. Dicen también que el presidente pakistaní tiende una mano a Bush y otra a Bin Laden, y le acusan de no haber protegido de manera suficiente a Benazir, máxime cuando hace poco tiempo sufrió un atentado que se llevó por delante a decenas de personas. Pero esto de sumar muertos no produce el mismo impacto en el mundo islámico radical que en el occidental. A pesar de haber sido ellos los inventores de nuestra actual numeración, parece que siguen sumando con ábaco, y no es igual ver cifras que bolas.

Como yo no entiendo a qué locura tremenda han llevado estos radicales a una religión, ni quiero ni debo entenderlo, sólo me gustaría interpretar la muerte de esta hermosa mujer de 54 años como la de una víctima más de la violencia machista, la más machista del mundo, la de los musulmanes radicales, para quienes todas las mujeres que dejamos ver la cara e intentamos sacar la cabeza somos putas y tenemos un único destino, la muerte.

Anoche, mientras las palabras salían de una boca hermosa y perfectamente maquillada, me fijaba en sus ojos, grandes y contenidos, y pensaba en ella, no como madre, que lo es, ni como esposa, sino como líder político de un país musulmán y, sobre todo, como hija del Ali Buttho. Balbín le preguntaba por las acusaciones de corrupción y nepotismo que ella, naturalmente, negaba. Pensé que todo eso podía ser cierto, que en su corazón humano albergaría el odio por la muerte de su padre y sus dos hermanos, que de alguna forma ella querría vengarse de todo el sufrimiento de su familia, y que en alguna ocasión, siendo primera ministra, se le pudo ir la mano.

Pero todo esto, que pertenece al mundo de lo humano en un mundo tan poco humano como el de los musulmanes radicales, tan diferente a como lo concebimos desde nuestra perspectiva europea, madura y democrática, no ha sido la causa de su asesinato. Habrá muchas causas para explicar lo inexplicable, pero por sobre todas ellas estará la de ser mujer, guapa, muy bien educada a la europea, y mostrar todo ello en un mundo del que, sin comprender nada, adivinamos el peligro que supone para el resto de los mortales.

Lo más demoledor de este asesinato es que nada se puede esperar tampoco de las mujeres pakistaníes, al contrario, muchas de ellas lo habrán considerado justo. Recuerdo todavía el asalto del pasado mes de julio a la Mezquita Roja, las fotografías de las madres de Pakistán, con fusiles en las manos, incitando a sus hijos –niños algunos- a la yihad. Si esa fuerza la utilizaran en evitar esa yihad precisamente, seguro que el problema del mundo radical musulmán estaría solucionado.

La Navidad, que Dios nos la bendiga

¡Hay que ver la de creyentes que habitan este país nuestro! No se nos olvide que, según la religión católica, lo que se celebra estos días es el nacimiento de Cristo en un establo. Ya se ha dicho y escrito, hasta la saciedad, el negocio que suponen las fiestas navideñas. Como, por otro lado, todo aquello que la Iglesia toca con su varita mágica, aunque al fin y a la postre ellos obtengan poca parte de la tarta. Por ejemplo, las primeras comuniones, las bodas y los bautizos.

Para la Navidad la gente se lanza a gastarse lo que tiene y lo que no. La manoseada, y nunca bien ponderada, sociedad de consumo, lanza sus tentáculos un año tras otro a fin de que las pagas extraordinarias que salen por una puerta vuelvan a casa por la otra. Todo queda entre los mismos.

Esta es una sociedad enferma y, como tal, se harta de comer y beber hasta renovar la enfermedad, todo para celebrar que el hijo de Dios nació al calor de un buey y una mula. Compran a los niños, futuros consumidores, juguetes que acaban, al tercer día, en la basura. Debe ser una ofrenda que quiere recordar a aquella otra simbólica de oro, incienso y mirra.

Pero el negocio es el negocio –la negación del ocio, del que surgieron los mayores pensadores- y algunos, hartos de regalos inútiles, los venden, se ve que hace años que se practica esto que acabará, como el comer angulas y ostras –aunque no nos gusten- en rito. Comprar y vender, todo con tal de no estarnos quietos, que es como mejor se piensa.

Acaba de hacerse uno más de los estudios que esta sociedad bastante ociosa jalea. Resulta que en estas hermosas fiestas navideñas –que Dios nos las bendiga- se dispara el número de divorcios, después de pasarlas en amor y compaña de las familias.

Será la condición humana, pero no hay forma de entender nada. Además de celebrar estos días al revés de como la religión católica dicta para los creyentes, o sea, con alegría y humildad, rememorando un nacimiento pobre, pero gozoso para los cristianos. En lugar de hacer lo que haría un buen creyente, compartir y repartir, ya que con lo que se tira a la basura y se vomita en España estos días comería un pueblo entero de Somalia, por ejemplo, durante muchos días. Además de todo eso, se llega a la conclusión que ni el mejor turrón, ni el más exquisito de los corderos, ni la más fresca de las cigalas, sirve para que la paz reine entre las familias, y los miembros de muchas de ellas aprovechan estas fiestas cristianísimas para dirimir sus problemas de herencias, lindes de tierras, y otras lindezas, para llegar hasta el divorcio.

Una buena dosis de austeridad es lo que está pidiendo a gritos esta sociedad absurda.