sábado, noviembre 16, 2013

Algunos jueces buenos

El viernes día 15, La Sexta emitió un programa titulado “La Sexta Columna: algunos jueces buenos”. Agruparon todo aquello que desde años vamos sabiendo de manera sesgada y, lo más importante, dieron voz e imagen a los jueces que en algún momento se han atrevido –yo diría que osado- a enfrentarse al poder. Vimos lo que ya sabemos, que la Justicia está manipulada por la plutocracia en la que vivimos, nos guste o no.
La Justicia, en España (no sé qué pasará en otros países), tiene muy poco margen para poder actuar. En realidad lo único que deberían hacer sería aplicar las leyes y aprovechar la holgura en la interpretación de ellas para aportar la visión de cada juez, siempre dentro de ese espacio que los legisladores han dejado para elucidar y, que de no ser del agrado de los dirigentes, las sentencias se irán de viaje por las distintas instancias hasta que resulten como ya tenían previsto los plutócratas.
También se puede dar el caso, y de hecho se da tal y como tuvimos ocasión de escuchar en el programa de referencia, que desde el principio, quienes velan a fin de que las cosas –las sentencias- salgan como desean (la casta política), se percaten de que la investigación puede llegar a perjudicarles seriamente, y es ahí donde se defenestra al juez, y aquí paz y después gloria. Para ello las leyes que los políticos han hecho tienen suficientes articulados, que van desde la denuncia por prevaricación y otras lindezas, hasta echarles de la judicatura. Es fácil.
Pero ¿quiénes hacen las leyes en este país? Pues como en todos, los políticos. Las leyes, a no ser que nos hayan confundido, se aprueban en consejo de ministros, pasan por el Congreso de los Diputados (teóricamente los representantes del pueblo, unas trescientas cincuenta señorías), van al Senado, algunas señorías menos, para volver al Congreso. Pero antes de redactar una ley, supongo, que los distintos ministerios a los que competan, tendrán asesores, muchos asesores, infinidad de asesores, y por a quien benefician casi todas las leyes en este país, a veces me da en pensar que también les asesore la mafia calabresa, o la siciliana.
Si se repasa el currículo de las señorías se comprobará que casi todos son abogados o economistas, pocos filósofos, pocos con bagaje en Humanidades. Esto, que en principio podría redundar en beneficio de la ciudadanía es, en realidad, un añadido para beneficiarse ellos mismos, a través de sus testaferros, de sus familias, y de su casta.
No se comprende, si no es así, cómo en este país no se le puede aplicar la Justicia a los ricos, salvedad hecha de Bárcenas (ya veremos cómo acaba esto, casi seguro que en nada), y porque el rebote del partido al que servía debe ser monumental, nada menos que este hombre se les ha llevado sus dineros. Casi nada. Pero ahí está el caso de Blesa, que le va costar la carrera al juez. Tampoco se entiende muy bien que las fianzas millonarias se paguen en cuatro días y nadie investigue de dónde ha salido el dinero. Por no escribir ya de que la “pasta”, nunca, jamás, se devuelve. Ya escuchamos anoche a uno de esos jueces buenos decir que en España la Justicia está diseñada para los choricillos, textualmente dijo “tenemos una Justicia de robaperas”.
En sus mansiones de lujo, mientras se pierde el tiempo con esos robaperas, siguen residiendo apaciblemente todos aquellos que han llevado a este país a la ruina, que se han llevado por delante las ilusiones y el trabajo de millones de obreros y de pensionistas. Ellos están amparados por las leyes de sus correligionarios. ¿Un banco no gana lo suficiente para pagar los sueldos millonarios de los ejecutivos? Se crea el banco malo. ¿Una sociedad mercantil se va a ir a pique? No importa, se crea otra. Es anónima por mucho que los datos sean públicos. Hagan la prueba. Si logran acceder a los nombres de quienes componen esa segunda, tercera o cuarta sociedad, verán que son los mismos, o al menos los mismos apellidos.
En cambio, si alguien tiene la desgracia de ser autónomo, y son muchos, nada menos que más de tres millones de personas, que se dice pronto, tres millones de autónomos, ahí ya se paga hasta con los dientes. No se puede crear la figura del autónomo malo. Es la persona física la que responde, mientras las mercantiles se esconden en los pliegues de los testaferros o, simplemente, en los de la desvergüenza.
Los legisladores habrán estudiado en colegios de pago, habrán hecho másteres en universidades renombradas y reputadas, casi todos relacionados con el Derecho y la Economía, y deben creer que el resto hemos ido a escuelas tontódromas. Lo que sucede la mayoría de las veces es que los pobres se la han de envainar porque no tienen ni dinero para meterles mano, y ellos lo saben, los ricos, los empresarios, los ejecutivos, lo saben. Cada huelga que hacen los obreros (como la de las basuras de Madrid) les deja en los huesos, a ellos y las familias que les apoyan, y los sueldos de vergüenza que perciben no les llega para ir de una vez por todas a por quienes les están dejando en la más absoluta de las indigencias.

Y así, en este país de nuestros amores y de nuestros pesares, si nadie lo remedia, y eso sólo se puede hacer en la calle, en unos años sólo habrá ricos, muy ricos, y pobres, muy pobres. David y Goliat. David, pequeño, formado por un ejército de hormigas. Goliat, enorme, por unos pocos ricos. Si se cumple la historia estaremos salvados. Mientras, ellos siguen con los ERES, echan a los obreros a cientos. Nadie les va a encarcelar. Si algún juez se atreve, ya sabe a lo que se arriesga, les amenazan hasta a los hijos. La mafia calabresa, ya digo.