viernes, junio 18, 2010

La ocupación de las vías pecuarias




He de confesar que esta mañana he recibido con alegría la multa de 30.000 euros al Ayuntamiento de Abejar por urbanizar parte de la Cañada Real, según daba conocer Diario de Soria, en primera página y con letras bien grandes. Mi alegría no tiene nada de maldad, y lo siento por el Ayuntamiento de Abejar, que tal vez ignoraba la comisión de delito cuando urbanizó parte de la vía pecuaria para el polígono industrial y lo hizo a favor de ese pueblo industrioso y ejemplar.
Mi júbilo va por otro lado. Soy una enamorada de la trashumancia, sobre todo desde que en el último año investigo sobre esta antigua actividad, visitando Oncala y los pueblos de alrededor con frecuencia, hablando con antiguos trashumantes sobre su vida, dura y alejada de la familia, pero a la vez, como todo lo rural, auténtica, sin artificio.
En el año 1982, Emilio Ruiz Ruiz y Clemente Sáenz Ridruejo, publicaron en el número 64 de la revista Celtiberia un magnífico trabajo sobre la Cañada Oriental Soriana, cuyo trayecto hicieron, a pie a veces, y en todoterreno en general, entre la Sierra de Soria y el Valle de Alcudia.
Como ejemplo del estado en que se encontraba la vía, reproduciré algunos comentarios sobre los primeros sesenta o setenta kilómetros:
“En la Comarca de Almarza (…) un entorno casi estrictamente dedicado a la cabaña, se ha sustituido en gran parte por roturos, perdiéndose cercas, arbolado y praderíos”. “Entre Tera y Cubo de la Sierra ha cabaña ha sido disminuida por los colindantes; sus anchuras remanentes son de 20 a 40 metros”. “La soberbia umbría fluvial [en Garray] ha sido despojada, con toda suerte de talas, dragados e instalaciones. Tras Garray, en su término, la Galiana sólo conserva unos 20 metros. La concentración parcelaria ha borrado múltiples vestigios”. “Justo antes del cruce con la carretera Soria-Logroño (aproximadamente a 2,5 kilómetros de Soria) el pontón romano, una larga bóveda de unos 3 metros de alto y dos de ancho, ha sido invadida por un basurero. ¡Triste destino de las galianas!”. “La entrada a Soria de los ganados está degradada, habiendo sido además invadida por edificaciones”.
Las vías pecuarias no son propiedad de nadie, ni de ninguna administración, son, según el texto de la Ley 3/1995, “corredores ecológicos”, “legado histórico de interés capital, único en Europa”, etc. Las comunidades autónomas por donde discurren son las responsables de su cuidado. La roturación y edificación sobre ellas está considerado como falta muy grave y, además de la sanción, la ley obliga a reparar el daño causado.
Esto último, si se aplicara, obligaría a derruir cientos de viviendas en Soria capital. Sin necesidad de llegar a tanto, porque la ley 22/1974 era menos favorable a las galianas que la de 1995, y por ella se regirían durante veinte años, estas vías, como patrimonio que son del Estado y, por consiguiente de todos los españoles, han de ser protegidas de la insaciable avaricia (incluso en momentos de crisis) de los especuladores inmobiliarios y de agricultores olvidadizos con los límites de sus fincas. El hecho de que los rebaños apenas circulen en los últimos quince años por las cañadas, no significa que cualquiera se puede apropiar del patrimonio colectivo. A nadie se le ocurre llevarse a casa una columna del yacimiento de Numancia, sin saber que eso le puede costar hasta la cárcel.
Por eso me alegro de la multa, aunque espero que no tengan que hacerla efectiva y, por esta vez, se conformen con la reparación del daño causado. El toque de bolsillo es de los pocos que entendemos. Además, en este caso, sirve como ejemplo disuasorio.