jueves, junio 14, 2007

La decoración de las ciudades, villas y aldeas

Ignoro si en algún momento de nuestra historia se pondrán en valor, para dedicar al turismo cultural, algunos de nuestros pueblos, pero me temo que va a ser muy difícil. Salvo los que ya se han convertido en tradicionales, o están fuertemente protegidos por las leyes, algunos de l’Ampurdà en Catalunya, o monumentos concretos, como los Arcos de San Juan de Duero y la iglesia de Santo Domingo en Soria, por poner unos ejemplos, el resto del suelo patrio está dejado de la mano de los políticos.
A los alcaldes y regidores de urbanismo paletos y desaprensivos, al dinero sin ética ni estética, que parece sobrar por doquier, se les une, o lideran, las compañías eléctricas, que llevan años decorando bosques, calles y fachadas.
Como compañías capitalistas que son, su gestión debe presentar resultados positivos para los accionistas, dividendos creo que se llama eso. Lo demás importa poco. Si acaso, con dedicar unos pocos euros, una limosna, para apoyar tal o cual causa, sin demasiado fondo pero con forma colorista, les parece más que suficiente.
Los cables eléctricos acompañan al viajero. Nosotras los hemos sufrido ahora en nuestro recorrido por l’Alt Camp, están, como Dios para los creyentes, en todas partes y lugares. Los hemos visto y escuchado silbar, por mitad del monte, en forma de cableado de alta tensión, acompañando al castillo de Saburella o cualquier otro, no recuerdo bien. Se sabe que pueden provocar, y de hecho sucede, incendios forestales en pleno verano.
Pero donde lucen más hermosos es en el centro de los pueblos y ciudades. Sus postes, de madera u hormigón, se comen las aceras. El cableado cruza las calles en filigrana curva, caída y lineal y se apoya en las fachadas. Si un ciudadano pide aumento de potencia, sin ningún problema, se instala un cable más gordo, se coloca otro parche en la asaeteada fachada, y listos.
Si han de llevar electricidad a una finca rústica, se tira de nuevo de cable, se pasa por encima de cerezos, almendros, avellanos y lo que haga falta, se adorna el aire, y para adelante. Y se cobra ¡ojo!, se cobra todo, en plan capitalista, aunque la instalación sea una chapuza.
Hace muchos años que se reclama, sobre todo en algunos pueblos, que el cableado se soterre. Sugerir que se aproveche una de las múltiples veces en las que se destripan las calles para… ¿para qué? No sé, para arreglar los desagües, o la instalación del aagua, o del gas, es pedir demasiado. Eso significaría ahorrar dinero público, y el dinero, cuando es público, no se ahorra, se derrocha. Sea aprovechando el destripe, sea haciéndolo de nuevo, sería muy de agradecer que directivos y accionistas de las compañías eléctricas dejaran de ganar un poco y se fijaran en algo más que en sus Mercedes cuando van por la vida, o sea, que subieran la cabeza y vieran en qué han convertido los pueblos de este país, sus monumentos, sus calles, sus montes.
Sólo se les pide que mantengan lo público como hacen con sus casas. No creo yo que los jardines, piscinas y fachadas de sus chaletes estén decoradas como lo están los pueblos. Pero si ellos no lo hacen, que les obliguen. Parece que vivamos en una anarquía, pero capitalista y tolerada sólo para ellos. Esto es un sinsentido alucinante. Si a un señor le da por ganarse la vida montando un puesto de churros en mitad de la calle, segurísimo que no lo consigue, le fríen como a la masa. Ahora si a un grupo de mangantes de la categoría que sea, pero cotizando en bolsa, se le ocurre defecarse encima de cualquier monumento, incluso de nuestras cabezas, aquí no ha pasado nada.

1 comentario:

Manuel de Soria dijo...

Y luego hablamos de la mafia, la camorra y demás cía. Aquí, las "cías" eléctricas, los del ladrillo y políticos sinvergüenzas consentidores de este estado de cosas, conforman una fauna que, lejos de correr peligro de extinción, crece día a día.