Vaya por delante que cada año entramos en fiestas tres personas de mi casa, a saber, mi madre, mi hijo y yo. Antes entrábamos dos, pero desde el año que ganó el cartel más bonito –desde mi punto de vista- de toda la historia de las fiestas, mi hijo se agregó a eso de pagar. Por aquello de compensar, ya que muchos buenos sanjuaneros se molestaron y amenazaron con no entrar en fiestas, porque un personaje del cartel llevaba una camiseta donde ponía “No a la guerra”. Vivir para ver.
Este hecho de entrar en fiestas no quiere decir que me gusten ni que me dejen de gustar, sencillamente lo consideramos en casa como una muestra de buena ciudadanía. Ni voy a los toros, ni subasto, ni participo en nada, pero respetuosamente aguanto las molestias y comprendo que los sorianos vivan, quieran y disfruten sus fiestas, y colaboro.
Pero llega un momento que no se puede estar callada, sobre todo cuando algunos se empeñan en que las fiestas sean como ellos quieran y los añadidos y pegotes sean aquellos que les parezcan oportunos a unos pocos.
Acabo de leer el libro de mi buen amigo Joaquín Alcalde “De la Saca a las Bailas. Ni usos ni costumbres”. En él se hace un buen repaso de lo que eran y son las Fiestas de San Juan. Como es natural, con el paso de los años se han perdido unos usos y se han incorporado otros.
El Lavalenguas no existía, el desencajonamiento tampoco, el pregón nada de nada, el sábado no había corrida de toros. En cambio, los caballistas abrían, el Jueves la Saca, la comitiva por el Collado. El toro enmaromado se ha perdido, la costumbre de las bengalas también. El Domingo de Calderas hace mucho que dejó de ser Domingo de Caridad. Esto sólo por dar unos apuntes. Y qué decir del papel de la Iglesia, si son fiestas paganas nadie entiende las interminables procesiones del Lunes de Bailas.
Pero, insisto, mi respeto a las costumbres, y que cada cual celebre las fiestas como quiera. Y aquí viene el quid. Si de unos años aquí se han añadido homenajes, celebraciones y añadidos para mayor lucimiento ¿por qué no se deja que los jóvenes hagan los suyos?
Creo que a los puristas les debería preocupar que la parte de las fiestas comprendidas en los usos y costumbres –Saca, Agés, Calderas- lo poco que van quedando, se mantenga lo más pura posible. Si en medio, los jóvenes se pasean o no disfrazados, es algo accidental, algo que va con los tiempos y que no tiene la menor importancia. Tendrían que comprender que a los muchachos, los que se dejan la paga en bares, tiendas y discobares, les guste celebrar las fiestas de otra forma. Podría ser que se aburrieran con interminables desfiles, viendo cada año a las autoridades probando calderas, besando y entregando ramos de flores. Resulta que los jóvenes que se disfrazan, o se lanzan agua con pistolas de plástico, no interfieren con los puristas, que llevan camino de convertirse en fundamentalistas.
Ya les quitaron los tastarros, ya impidieron que desfilaran con las motos, ya les prohibieron los polvos de talco, todo ello, ciertamente, era molesto, excepto los tastarros, que todavía no acabo de entenderlo, pero es que demonizar también los disfraces me parece pasarse de rosca.
Este hecho de entrar en fiestas no quiere decir que me gusten ni que me dejen de gustar, sencillamente lo consideramos en casa como una muestra de buena ciudadanía. Ni voy a los toros, ni subasto, ni participo en nada, pero respetuosamente aguanto las molestias y comprendo que los sorianos vivan, quieran y disfruten sus fiestas, y colaboro.
Pero llega un momento que no se puede estar callada, sobre todo cuando algunos se empeñan en que las fiestas sean como ellos quieran y los añadidos y pegotes sean aquellos que les parezcan oportunos a unos pocos.
Acabo de leer el libro de mi buen amigo Joaquín Alcalde “De la Saca a las Bailas. Ni usos ni costumbres”. En él se hace un buen repaso de lo que eran y son las Fiestas de San Juan. Como es natural, con el paso de los años se han perdido unos usos y se han incorporado otros.
El Lavalenguas no existía, el desencajonamiento tampoco, el pregón nada de nada, el sábado no había corrida de toros. En cambio, los caballistas abrían, el Jueves la Saca, la comitiva por el Collado. El toro enmaromado se ha perdido, la costumbre de las bengalas también. El Domingo de Calderas hace mucho que dejó de ser Domingo de Caridad. Esto sólo por dar unos apuntes. Y qué decir del papel de la Iglesia, si son fiestas paganas nadie entiende las interminables procesiones del Lunes de Bailas.
Pero, insisto, mi respeto a las costumbres, y que cada cual celebre las fiestas como quiera. Y aquí viene el quid. Si de unos años aquí se han añadido homenajes, celebraciones y añadidos para mayor lucimiento ¿por qué no se deja que los jóvenes hagan los suyos?
Creo que a los puristas les debería preocupar que la parte de las fiestas comprendidas en los usos y costumbres –Saca, Agés, Calderas- lo poco que van quedando, se mantenga lo más pura posible. Si en medio, los jóvenes se pasean o no disfrazados, es algo accidental, algo que va con los tiempos y que no tiene la menor importancia. Tendrían que comprender que a los muchachos, los que se dejan la paga en bares, tiendas y discobares, les guste celebrar las fiestas de otra forma. Podría ser que se aburrieran con interminables desfiles, viendo cada año a las autoridades probando calderas, besando y entregando ramos de flores. Resulta que los jóvenes que se disfrazan, o se lanzan agua con pistolas de plástico, no interfieren con los puristas, que llevan camino de convertirse en fundamentalistas.
Ya les quitaron los tastarros, ya impidieron que desfilaran con las motos, ya les prohibieron los polvos de talco, todo ello, ciertamente, era molesto, excepto los tastarros, que todavía no acabo de entenderlo, pero es que demonizar también los disfraces me parece pasarse de rosca.
1 comentario:
Que yo sepa, más que los jóvenes, quienes más han atentado contra los "usos y costumbres" han sido los poderes fácticos: Institución de un postizo como el Pregón, supresión del toro enmaromado, prohibición de bengalas en la subida de las Bailas, mayor protagonismo de las peñas a costa de las cuadrillas... y el afán de controlar todo: tastarros, etc...
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