Hace unos días me dirigía a Barca para asistir a la presentación de la revista TRAZOS. El camino de Almazán a Barca tiene para mí, desde hace unos años, especial significado. En su recorrido situé “Al otro lado del puente”, y lo vivo intensamente, pues a él dediqué muchas emociones y unas vivencias que hice mías, las que no lo eran, y creé las que supuse que les hubieran gustado vivir a los protagonistas.
Al margen de estas sensaciones tan íntimas, objetivamente, el camino hacia Barca es una belleza compuesta (más concretamente ese día en que el cielo dio un respiro) por vegetación de ribera que crece con las raíces alimentadas por las aguas del río Duero adivinado, campos de regadío y monte bajo, con todos los tonos del verde, interrumpidos por las flores de las cunetas y un campo de amapolas que crecía enfrente de la vieja estación de Barca. Y el cielo de Soria, azul y blanco, cubriendo la delicadeza de un paisaje de donde uno no querría irse.
Al entrar a la villa de Barca me dije que sus habitantes, en lugar de agricultores, se dedican al oficio de jardineros. Creo no equivocarme si digo que Barca es el pueblo mejor cuidado de la provincia. Debe ser el pundonor de sus habitantes, con Juanita Garzón al frente, el motivo que les lleva a mantener el pueblo, sus casas, sus calles, sus jardines y sus entornos, como si fuera su propia casa, presta para el visitante y para ellos mismos, limpia y presentable, acogedora. No me extrañaría que alguien me dijera que en Barca se limpia hasta el rollo jurisdiccional.
Como acostumbro, fui a dar un paseo hasta la ermita, a la que se accede por un paseo empedrado, y traté de ver, a través del ojo de la cerradura, qué sencilleces guarda su interior, sin conseguirlo. La próxima vez pediré la llave, pensé como siempre. A través del césped mullido llegué hasta el lavadero recién restaurado, una mezcla más que considerada de vetustez de la piedra de sillar de la fuente, y techumbre moderna del propio lavadero, que irá cogiendo la pátina del tiempo. Han hecho un merendero alrededor del conjunto, y pensé, una vez más, que Juanita lucha por conseguir lo que quiere y ha hecho de Barca el pueblo más limpio y mejor cuidado de todas nuestras tierras.
Cuántas consejas, canciones, picardías, redioses, penas y alegrías, habrán visto y escuchado las piedras del lavadero, y cuántas se habrá llevado el agua, junto con el jabón. Qué pueblo tan bonito, qué gente tan amable, y qué tierra esta de verde y azul.
Al margen de estas sensaciones tan íntimas, objetivamente, el camino hacia Barca es una belleza compuesta (más concretamente ese día en que el cielo dio un respiro) por vegetación de ribera que crece con las raíces alimentadas por las aguas del río Duero adivinado, campos de regadío y monte bajo, con todos los tonos del verde, interrumpidos por las flores de las cunetas y un campo de amapolas que crecía enfrente de la vieja estación de Barca. Y el cielo de Soria, azul y blanco, cubriendo la delicadeza de un paisaje de donde uno no querría irse.
Al entrar a la villa de Barca me dije que sus habitantes, en lugar de agricultores, se dedican al oficio de jardineros. Creo no equivocarme si digo que Barca es el pueblo mejor cuidado de la provincia. Debe ser el pundonor de sus habitantes, con Juanita Garzón al frente, el motivo que les lleva a mantener el pueblo, sus casas, sus calles, sus jardines y sus entornos, como si fuera su propia casa, presta para el visitante y para ellos mismos, limpia y presentable, acogedora. No me extrañaría que alguien me dijera que en Barca se limpia hasta el rollo jurisdiccional.
Como acostumbro, fui a dar un paseo hasta la ermita, a la que se accede por un paseo empedrado, y traté de ver, a través del ojo de la cerradura, qué sencilleces guarda su interior, sin conseguirlo. La próxima vez pediré la llave, pensé como siempre. A través del césped mullido llegué hasta el lavadero recién restaurado, una mezcla más que considerada de vetustez de la piedra de sillar de la fuente, y techumbre moderna del propio lavadero, que irá cogiendo la pátina del tiempo. Han hecho un merendero alrededor del conjunto, y pensé, una vez más, que Juanita lucha por conseguir lo que quiere y ha hecho de Barca el pueblo más limpio y mejor cuidado de todas nuestras tierras.
Cuántas consejas, canciones, picardías, redioses, penas y alegrías, habrán visto y escuchado las piedras del lavadero, y cuántas se habrá llevado el agua, junto con el jabón. Qué pueblo tan bonito, qué gente tan amable, y qué tierra esta de verde y azul.
5 comentarios:
tienes un blog muy interesante me ha encantado poder visitarlo,la verdad que lo haces ameno de leer y pienso que no te importa dedicarle el tiempo necesario al blog sigue asi,te invito a visitar mi blog y a devolverme el comentario,gracias y suerte con tu blog
Uno de los personajes que aparecen en las "Memorias de Martín Pedraza" es natural de Barca, y si en el pueblo hay muchos como él no me extraña que sea un pueblo tan cuidado. Que cunda el ejemplo.
¿Qué pasa, que la gente de Barca no tenéis Internet? O es que pasáis de opinar. Joder que sorianos más desagradecidos.
Que estamos de fiestas en Soria! Y luego llega el verano y la gente está por la calle...
Me ha encantado tu post. Yo creo que lo de la limpieza si que viene del pueblo, porque mi madre es de allí y te puedo asegurar que es una "obsesionada de la limpieza". La que no es de allí es "La Juani", pero se le habrá pegado.
Enhorabuena por esa fluidez verbal y esa forma de expresarte
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