No he leído ni el último libro que la Urbano ha escrito sobre la reina, ni el anterior, ni pienso leerlos. No sólo porque no me interesa el personaje, sino porque se comprende que todo lo que Sofía de Grecia haya contado a la periodista sobre su vida privada –la pública la conocemos- estará, como es natural, sesgado. Ella nunca confesará –aunque lo sepamos todos- que su matrimonio con Harald de Noruega se frustró tanto porque él estaba enamorado de verdad de otra persona, como por lo menguado de la dote de la entonces princesa. Todavía se llevaba eso de las dotes, reminiscencia de la Edad Media entre la realeza, la nobleza y el clero regular femenino. Tampoco dirá nunca, la hoy consorte del Jefe de Estado español, que su madre, Federica de Hannover, perteneció a las juventudes hitlerianas y apareció, hace unos años, en unas fotos antiguas con el brazalete nazi, y además creo que acompañada de su propia hija, adornada como ella con la cruz gamada. Alguien más, desde luego, mostraba la foto.
El tema es otro, se trata del revuelo que han causado ciertas declaraciones de la consorte real, que es lo que conozco de la publicación. Como para no conocerlo. Tal vez sea lo único que la señora haya dicho con sinceridad y sin cortarse nada. Habría que saber las intenciones de tanta sinceridad, o las de la autora de la “biografía” para incluirlas, o las de la Casa Real para permitirlas.
Creo que las declaraciones de Sofía de Grecia no deberían escandalizar a nadie. Por un lado no me parece mal que todos los ciudadanos, incluida ella, digan lo que les parezca. Por otro alborotarse por su personal forma de ver temas como el matrimonio homosexual, la religión –ella practicaba la ortodoxa y mudó sin inmutarse a la católica- la eutanasia, y en general todos los temas sociales que salgan un centímetro de la norma, me parece, como poco, una tontería. Si ella votara, lo haría a la derecha, derecha. No va a votar una reina que lleva en los genes toda la sangre real posible, a partidos revolucionarios, ni va a practicar la acracia. A más de un antecesor de la dama, el pueblo le cortó la cabeza. Aunque sólo sea por instinto de protección y conservación, un rey, una reina, las princesas, los nobles, se acercan –o se acercaban, ahora ya no es el caso, hay democracia y no pasamos hambre- a quienes podían protegerles con el poder y las armas. Y ese instinto de conservación queda grabado para la posteridad en todos los descendientes reales.
La opinión de la reina, que tácitamente se barruntaba, ahora se sabe con certeza. Es mejor conocer a fondo a la gente importante, a las instituciones –como la santa madre iglesia- y a los que nos mandan, manejan, conducen, o como se quiera llamar. Cada uno en su sitio. Así luego, si por fin se vota un referéndum para saber si los españoles quieren Monarquía o República, estaremos mejor informados y sabremos qué votar. El que dude.
El tema es otro, se trata del revuelo que han causado ciertas declaraciones de la consorte real, que es lo que conozco de la publicación. Como para no conocerlo. Tal vez sea lo único que la señora haya dicho con sinceridad y sin cortarse nada. Habría que saber las intenciones de tanta sinceridad, o las de la autora de la “biografía” para incluirlas, o las de la Casa Real para permitirlas.
Creo que las declaraciones de Sofía de Grecia no deberían escandalizar a nadie. Por un lado no me parece mal que todos los ciudadanos, incluida ella, digan lo que les parezca. Por otro alborotarse por su personal forma de ver temas como el matrimonio homosexual, la religión –ella practicaba la ortodoxa y mudó sin inmutarse a la católica- la eutanasia, y en general todos los temas sociales que salgan un centímetro de la norma, me parece, como poco, una tontería. Si ella votara, lo haría a la derecha, derecha. No va a votar una reina que lleva en los genes toda la sangre real posible, a partidos revolucionarios, ni va a practicar la acracia. A más de un antecesor de la dama, el pueblo le cortó la cabeza. Aunque sólo sea por instinto de protección y conservación, un rey, una reina, las princesas, los nobles, se acercan –o se acercaban, ahora ya no es el caso, hay democracia y no pasamos hambre- a quienes podían protegerles con el poder y las armas. Y ese instinto de conservación queda grabado para la posteridad en todos los descendientes reales.
La opinión de la reina, que tácitamente se barruntaba, ahora se sabe con certeza. Es mejor conocer a fondo a la gente importante, a las instituciones –como la santa madre iglesia- y a los que nos mandan, manejan, conducen, o como se quiera llamar. Cada uno en su sitio. Así luego, si por fin se vota un referéndum para saber si los españoles quieren Monarquía o República, estaremos mejor informados y sabremos qué votar. El que dude.
7 comentarios:
No es cuestión de rasgarse las vestiduras por la opinión de la reina. ¿Qué esperabais, que un estamento conservador como es la realeza salga ahora con planteamientos revolucionarios o izquierdosos? Otra cosa es que su opinión se la guarde para sí. La que más ha salido ganando es la Pilar Urbano, la del Opus, que se ha encontrado -quizás buscándola- con una publicidad gratuita a su libro. Al fin y al cabo, como muy dice Isabel, los reyes de todo lugar son derechosos, por lógica. Alfonso XIII apoyó con mucho dinero a Franco en la Guerra Civil porque quería que ganase y así tener esperanzas de volver a reinar y porque era lo suyo natural. No iba a apoyar a los republicanos. Por cierto, en Francia que está ahí al lado, se puede ser -lo son- de derechas y republicano. Aquí, con la incultura política que hay, y la manipulación de los medios, le veo poco futuro a la República, a no ser que los borbones lo hagan rematadamente mal. Y sin mitificaciones para ningún régimen, más de uno prefiere una monarquía con Juan Carlos de rey que una república con Aznar o Zapatero de presidentes. Paquillo Pajero
Alfonso XIII apoyó a Franco con palabras y gestos más que con dinero, no era una monarquía muy rica la de los Borbones. yo también creo que la reina debe opinar, además de reina es persona y mejor es conocer como piensa la gente aunque tenga sangre azul.
Carlos M.M.
Según datos de algunos historiadores, Alfonso XIII apoyó a la que él decía "Nuestra Cruzada", con 1 millón de libras. Calculan que salió de España con una fortuna de 32 millones de pesetas (unos 10.000 pts de ahora), bien mirado, una nadería comparado con lo que manejan algunos especuladores que pululan por estos pagos hoy día. La premisa mayor del primer anónimo no queda desvirtuada por lo que dice el segundo. Germán Ortigosa.
Al 2º anónimo que dice que Alfonso XIII -el abuelo del esposo de la reina Sofía- apoyó a Franco más con gestos y palabras que con dinero le aporto unos datos esclarecedores de un historiador inglés de prestigio, Antony Beevor, extraídos de su libro "LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA". Pág. 209: "Los fondos principales para la conspiración procedieron, como ya sabemos, de Juan March, quien aportó 15 millones de libras esterlinas, y de la inmensa generosidad de Alfonso XIII con el movimiento nacional, al que donó 10 millones de dólares, generosidad que podía ejercer, claro está, grtacias a los 85 millones de dólares que había conseguido transferir al extranjero". Lorenzo García
Todo esto de la monarquía ya huele. No es igual hablar de otras que han tenido una continuidad histórica y una treyectoria ejemplar, que hablar de los Borbones, y no me refiero a esta última generación, pero es que la Historia de España, desde el 1700, es un sin vivir con la dichosa dinastía.
ya es hora de que hablemos, y seriamente, de la III República.
Hola Isabel. Mucho tiempo sin escribirte. he estado en Cáceres, que es la tierra de mi madre, descansando del ajetreo de Madrid. Sobre los comentarios de la reina, yo creo que no hay que hacer caso, todas estas cosas no pasan porque sí, están programadas y vete a saber lo que hay detrás. Lo que sí hay que empezar a reivindicar ya en serio es la República. Dicen que a la tercera va la vencida. República, sí y ya.
La España del mañana, será republicana, o no será. (Plagiando al Malraux.) El Bizco García
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