lunes, septiembre 26, 2016

Otíñar-Sarnago: dos ejemplos


Fotos: Félix Hidalgo


Son, a qué negarlo, mis dos lugares vitales, aunque no resida ni en ellos, ni demasiado cerca, especialmente de Otíñar. Es Otíñar, lo he dicho ya muchas veces, la aldea de mis antepasados. Llegaron como colonos a mediados del siglo XIX desde Almería. Tiempos difíciles -como casi todos para quienes sólo tienen donde caerse muertos- en los que era necesario buscar un trozo de tierra y un lugar cubierto. Fue de señorío cuando los señoríos ya habían desaparecido o estaban a punto de hacerlo.

Sarnago es otra historia. Fue de señorío, pero sólo le pagaban los impuestos y cuando desaparecieron pagaban a la Hacienda Pública. Ese era el único vínculo. Cuando voy a Sarnago, con frecuencia, subo el camino empinado pensando en Otíñar y lamentando lo alejada que aquella aldea está de mí. Quizá por eso me siento tan ligada a este pueblo de Soria, donde tan bien acogida soy entre los habitantes que se reúnen para hacerlo todo en común.

Otíñar y Sarnago están unidos por el esfuerzo, el trabajo y el entusiasmo. No hace muchos días leí una entrevista que le hacían a Sánchez Ferlosio en la que se lamentaba de que lo que primara fuera el ocio. Todo se programa para el ocio. Desde las instituciones y desde ámbitos privados. Y claro, lo que se publicita, aquello con lo que nos bombardean, es ocio y más ocio, a veces revestido de Cultura, sólo revestido. Un amigo mío muy querido, que está pero ya no está, también se lamentaba del poco esfuerzo exigido a niños y jóvenes, de los premios que les dan a cambio de nada. En Otíñar y Sarnago prima el esfuerzo. En el primero para recuperar una aldea, su entorno, sus caminos. En el segundo..., también, entre todos, con las manos juntas, como los castellers catalanes. La sustancial diferencia es que en Sarnago las casas, aunque algunas en ruinas, se conservan, en Otíñar cada cual sitúa el humilde hogar de sus antepasados tal y como la imaginación lo recuerda. Hasta eso les quitaron.


El sábado, 24 de septiembre, festividad de la Merced, la Plataforma por la recuperación de Otíñar celebró por segundo año consecutivo su verbena reivindicativa en el Puente de la Sierra, otro mítico lugar de Jaén, a medio camino entre la capital y la aldea. Allí se dieron cita los descendientes de las tres o cuatro ramas que llegaron desde Almería, Sur de Jaén y Granada a repoblar Otíñar, un lugar que combina huertas -como la de Juan Carlos Roldán y sus patatas azules-, olivares, agua, cuevas, pinturas rupestres, petroglifos..., todo ello amparado por el viejo castillo de Otíñar, que vigilaba el paso de la carretera vieja a Granada en época de las guerras entre la cruz y la media luna.

Pero, en contra de lo que pueda parecer en la convivencia de la Merced, todavía está casi todo por hacer. Toca seguir luchando casi con lo imposible: el abuso de quienes todavía se creen dueños y señores, si no ya de vidas, al menos de haciendas. Toca reponer, una y otra vez, las señales indicativas. Toca evitar que los caminos públicos se hoyen para plantar olivos y lo que siga viniendo. Sirven, pues, esas entrañables convivencias para, además de saludarse y reconocerse, tomar fuerzas para seguir luchando.

Felicidades otiñeros.

6 comentarios:

José Carlos Gutiérrez Pérez dijo...

Hola Isabel, comentarte que los actuales propietarios de la finca de Otíñar no son la familia que fue propietaria de esas tierras desde hace casi dos siglos. Desde 2015 los propietarios de la finca son una familia de agricultores de Los Villares, cerca de Otíñar, que ha su vez son tataranietos de Juliana Pareja Araque, hija de colonos, nacida en Santa Cristina hacia 1841. Curiosamente, el abuelo de los propìetarios es primo tercero de tus abuelos. Estoy seguro que ese dato no se dice cuando verbenas, videos, etc. se habla de este paraje.
Estos nuevos propietarios se creen dueños de aquello porque para eso lo han pagado con mucho sudor y esfuerzo, y muchos saben que estos dueños reciben con las manos abiertas a aquellas personas que van con buenas intenciones, pero no a reclamarle lo que no les pertenece y mucho menos con insultos, amenazas, falsedades...
Otra cosas diferente es que se juegue con la verdadera memoria y la historia de este lugar para hacer politica, y te lo dice un historiador, objetivo principal de este movimiento otiñero.
Agradecerte que leas mi comentario, y al menos no lo borres como sí hace tu querido Juan Carlos Roldán en su página de Facebook, donde cualquier opnión contraria a la suya es directamente borrada y bloqueado el usario que la muestra, para que no hable nunca más.
Saludos y felicidades por tu blog.

Isabel Goig Soler dijo...

Buenas tardes José Carlos. Estoy segura de que seremos familia, y posiblemente por la otra parte también, ya que mi abuela paterna nació en Los Villares, como toda su familia. Ya sé que los Rodríguez de Cueto sólo conservan una parte de lo que fueron las tierras de Otíñar. Pero yo me pregunto, desde el más profundo respeto ¿era necesario comprar también lo que resta de la aldea, el cementerio, todo aquello donde tus y mis antepasados crearon vida, soñaron (poco, eran tiempos duros para los sueños), donde los niños crecían, estos sí, soñando? Mira yo no estoy a favor de que se compren con dinero según qué cosas. Es una opinión muy personal, el dinero no sólo no lo es todo, es poco, casi nada. Tampoco estoy de acuerdo, José Carlos, en que se le pongan puertas al campo. Hace casi cuarenta años que vivo en Castilla la Vieja, y aquí, los campos están abiertos y la gente los recorre (aunque se pisen algunas espigas o girasoles). Conviven corzos, cazadores, pescadores, paseantes, etc. Hace unos años cerraron la entrada a un pequeño monte y la autoridad competente acudió de inmediato a romper la cadena y localizar a quienes la habían colocado. En la comarca de Tierras Altas, con muchos, muchos pueblos abandonados, el que quiere va a ver la que fuera casa de sus abuelos. Antes de llegar a los caseríos, levantan cadenas, que vuelven a cerrar, para que las vacas no se escapen de los pastos que son todos privados. Y me parece tremendo que alguien, por muy propietario que sea, en mi querida y añorada tierra, me impida con cadenas propias del marido de la reina que concedió el señorío de Otíñar, llegar a tratar de localizar en que casa vivieron mis abuelos y si queda alguna señal de dónde están enterrados mis ancestros.
Lamento mucho que nos hayamos conocido, aunque sea por este medio, enfrentados (en la medida que quieras). Ojalá todo pueda arreglarse de la mejor manera posible para todos, todos, los otiñeros.
Entre tanto, te envío un muy cordial saludo
Isabel Goig

José Carlos Gutiérrez Pérez dijo...

No se que historia te habrán contado Isabel, pero en verdad desde que llegamos a la propiedad lo que se intenta es recuperar un espacio que estaba abandonado. Que en la compra entraran la aldea y el cementerio, es una cosa normal pues ambos elementos forman parte de una propiedad, pues ambos elementos surgieron por iniciativa particular de un privado en este caso, Jacinto Cañada, del que ya te digo que no era barón, aunque así se le conociera. En nuestro caso no ponemos puertas al campo simplemente estamos en una propiedad agrícola en el que el vallado cumple su función y es que el ganado no invada las tierras de cultivo y cause daños a las plantaciones. Tampoco es cierto que no se deje entrar a nadie en la propiedad cualquiera puede hacerlo, siempre que cuente con autorización. Además desde la propiedad se ha solicitado que haya un horario de visitas tal cual nos exige la ley de cara a visitar los distintos elementos patrimoniales. Pero repito en la propiedad nunca se ha cerrado el paso a nadie, solo a aquellos que entran para insultar o hacer actos poco honerosos. Yo por ejemplo he estado cogiendo espárragos con muchos descendientes de otiñeros que han ido allí a eso. Y además soy plenamente consciente de la historia y la memoria que tiene aquello pues como historiador y arqueólogo me estoy dedicando a recopilarla de cara a ir cubriendo los huecos históricos que todavía tiene nuestro común valle de Otíñar.
Un abrazo.
José C.

Manuel de Soria dijo...

Por lo que leo aquí, parece que sí hay cierto paralelismo, en cuanto esfuerzo, tal como dice Isabel, entre las gentes de Sarnago y Otiñar. Pero Soria, en particular, y la Vieja Castilla, en general, guardan bastantes diferencias históricas, culturales, sociales... con las tierras de Jaén, en particular, y Andalucía, en general. Uno, que tiene vínculos con ambas, es de los que sostiene que los aires de renovación y modernización que traía en su programa la II República se vieron truncados y arrancados de raíz tras el desenlace de la Guerra Civil y la posterior larga dictadura franquista. Quizás no sea aventurado añadir que, de no haber ocurrido lo que ocurrió, hoy ni Sarnago ni Otiñar pasarían por las vicisitudes que pasan. En Sarnago, la repoblación forestal -los pinos- empujó a la despoblación -las personas- porque desde el poder interesaba así. Y en Otíñar, ya lo ha explicado la autora. Cuando hablaba de diferencias, en estas tierras castellanas no ha existido nunca la figura del señorito como en Andalucía, y mal que bien, cada uno tenía su pequeño terreno, su pequeña hacienda. Jaén y Andalucía ha sido una tierra de braceros, de jornaleros... y de caciques, dueños de vidas y haciendas, con rasgos semifeudales, donde un seño podía se dueño de las tierras, de las casas, del cementerio, de las casas... Que se lo pregunten a los de Garciez -también en Jaén- propiedad todo del, creo, Marqués de Viana. De ahí que no me extraña, aunque se piense que me meto en camisa de once varas, o de que no me han dado vela en este entierro, que alguien por aquí afirme "que en la compra entraran la aldea y el cementerio". O sea, que vidas, haciendas... y muertos. Todo para uno.

Manuel de Soria dijo...

El escribir a vuelapluma hace cometer algunos pequeños lapsus. Un matiz, porque he dejado un comentario incompleto, por cuanto quería decir que me parece extraño que alguien considere normal que en un lote de tierras entren la aldea y el cementerio. Hombre, lo del cementerio... En fin, el tema podría dar mucho de sí, pero, al menos de momento, lo dejo aquí.

Anónimo dijo...

A ver cuando os vais a enterar que Otíñar es de propiedad particular, le guste o no a quien le guste o no. Casi doscientos años hace que es propiedad PARTICULAR. Así que por mucho que le deis a la tecla, así fue, es y será.