miércoles, octubre 18, 2006

Al rico comicio

No sé si somos capaces de darnos cuenta de que en este país nuestro nos encontramos en estado de gracia comicial con una frecuencia abrumadora. Encantados como estamos, en general, con esta democracia jacarandosa y colorista, no vemos más allá de políticos ante fieles seguidores a quienes sólo faltan los pompones. Políticos haciendo las promesas más disparatadas, sin temor a que suceda como en Hungría, donde la difusión de una conversación con Gyurcsany, en la que admitía haber mentido para ganar las elecciones, provocó un buen conflicto que todavía colea. En España, ya lo decía el profesor Tierno Galván, las promesas electorales se hacen para no ser cumplidas, toda una lección de ética política.
Parece que en este país se vive por y para los comicios, porque en ellos los políticos se juegan la manduca, y ya se sabe que con las cosas de comer no se juega. ¿Sería tan difícil unificar estas fiestas y jolgorios y procurar que los ciudadanos votaran de una sola vez para las generales, autonómicas y locales? Esto ahorraría, en primer lugar, dinero a las arcas del Estado, tan necesario en cualquier economía. Y después sería un buen ejercicio de sanidad mental, sobre todo para todos aquellos que no votamos y a quienes nos parece casi todo una comedia.
Aquellos polvos de las autonomías han traído estos lodos de burocracia retorcida y comicios cuasi permanentes, que obliga a tener instituciones por duplicado o triplicado y a votar para todas ellas.

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