Del sistema estadounidense sólo me gusta su federalismo, y para que no me guste ni eso, me fijo en el suizo. Cada cantón con su idioma y sus peculiaridades y ahora, por fin, representándolos, una mujer. O el modelo de la antigüedad griega, las ciudades-estado. Pero España sigue teniendo voluntad de Imperio. Aquí nos hemos quedado colgados en el espíritu de Felipe II, aunque sin colonias –a no ser Ceuta, Melilla y Las Canarias-, sin barcos a los que enviar contra las tempestades, aunque todavía reclamemos algún pecio perdido en las profundidades del Atlántico, por donde Platón filosofó su Atlántida. ¡El glorioso Imperio donde nunca se ponga el sol!
Ese podría ser el debate, ya que lo de la anarquía ni se vislumbra y quedará para siempre jamás, como los cuentos de hadas, en una hermosa utopía, como las puertas de las cárceles abiertas de par en par.
Parece ser que el debate que empieza a plantearse en España –a no ser que se trate de hechos aislados- es el de Monarquía o República. Si la sociedad estuviera perfectamente estructurada, si la riqueza estuviera repartida –más o menos- y lo único debatible fuera la forma y manera que debe tener la jefatura del Estado, con hacer un referéndum sería suficiente. Quizá los españoles querrían una República. Pero con todo por hacer –ocho millones de españoles viven por debajo del umbral de la pobreza, mientras que las grandes fortunas se las reparten unos cuantos- esto, con todos los respetos, es empezar la casa por el tejado.
Si cabe alguna duda, fijémosnos en quiénes jalean este debate, además de los grupos independentistas hacia los que dirijo todos mis respetos. Lo alienta la radio de los obispos, la Falange y la extrema derecha en general –entre ellos Ynestrillas-. No se debe entrar a ese trapo, es peligrosísimo.
Por otro lado, el jefe del Estado español, según la Intocable Constitución, por no poder, no puede ni opinar, o sea, que sólo puede leer lo que le ponen delante y representar a España fuera del país. Como Borbón que es, sabe perfectamente que la corona no está tan anclada como la de la soberana de Gran Bretaña, por ejemplo, quien ya nació con ella como un apéndice más de su real cabeza, lo que supone que el Rey ha de ganarse a pulso su propio trabajo y el de sus sucesores. ¿Resulta cara la Corona en España? Como en cualquier otro país, menos que más, y tanto como una Presidencia de la República.
Vayamos a otra reflexión que no debemos desdeñar. En España tenemos elecciones municipales, autonómicas y generales, a las que hay que añadir las europeas, y no coinciden que digamos. Prácticamente estamos siempre en campaña electoral, con el desgaste que ello supone y lo caro que resulta. ¿Queremos otra, más gastos, más coches con altavoces rompiendo los tímpanos por las calles, más políticos gritando en las pantallas de las televisiones y por las ondas de las radios? ¡Por favor!
Y para colmo ¿alguien se imagina la situación que podría crearse con Aznar, por ejemplo, como presidente de la República, y Zapatero como jefe de Gobierno, o al revés? Un presidente opina y decide, un rey parlamentario, no. Pensémoslo.
Ese podría ser el debate, ya que lo de la anarquía ni se vislumbra y quedará para siempre jamás, como los cuentos de hadas, en una hermosa utopía, como las puertas de las cárceles abiertas de par en par.
Parece ser que el debate que empieza a plantearse en España –a no ser que se trate de hechos aislados- es el de Monarquía o República. Si la sociedad estuviera perfectamente estructurada, si la riqueza estuviera repartida –más o menos- y lo único debatible fuera la forma y manera que debe tener la jefatura del Estado, con hacer un referéndum sería suficiente. Quizá los españoles querrían una República. Pero con todo por hacer –ocho millones de españoles viven por debajo del umbral de la pobreza, mientras que las grandes fortunas se las reparten unos cuantos- esto, con todos los respetos, es empezar la casa por el tejado.
Si cabe alguna duda, fijémosnos en quiénes jalean este debate, además de los grupos independentistas hacia los que dirijo todos mis respetos. Lo alienta la radio de los obispos, la Falange y la extrema derecha en general –entre ellos Ynestrillas-. No se debe entrar a ese trapo, es peligrosísimo.
Por otro lado, el jefe del Estado español, según la Intocable Constitución, por no poder, no puede ni opinar, o sea, que sólo puede leer lo que le ponen delante y representar a España fuera del país. Como Borbón que es, sabe perfectamente que la corona no está tan anclada como la de la soberana de Gran Bretaña, por ejemplo, quien ya nació con ella como un apéndice más de su real cabeza, lo que supone que el Rey ha de ganarse a pulso su propio trabajo y el de sus sucesores. ¿Resulta cara la Corona en España? Como en cualquier otro país, menos que más, y tanto como una Presidencia de la República.
Vayamos a otra reflexión que no debemos desdeñar. En España tenemos elecciones municipales, autonómicas y generales, a las que hay que añadir las europeas, y no coinciden que digamos. Prácticamente estamos siempre en campaña electoral, con el desgaste que ello supone y lo caro que resulta. ¿Queremos otra, más gastos, más coches con altavoces rompiendo los tímpanos por las calles, más políticos gritando en las pantallas de las televisiones y por las ondas de las radios? ¡Por favor!
Y para colmo ¿alguien se imagina la situación que podría crearse con Aznar, por ejemplo, como presidente de la República, y Zapatero como jefe de Gobierno, o al revés? Un presidente opina y decide, un rey parlamentario, no. Pensémoslo.
5 comentarios:
Aunque en el siglo XXI las monarquías puedan resultar anacrónicas, siempre será preferible tener a Juan Carlos de Jefe del Estado (Rey) que a un Aznar o Zapatero de presidentes de una hipotética III República. Dios -o el diablo- nos libre de personajes tales, sí.
No, no por favor, socorro. Uno mandando y el otro tambien, más elecciones, y no solo Aznar, podriamos tener a Zaplana de presidente o a Acebes. ¡Dios mio!
Yo, con todos los respetos, y a pesar de estar de acuerdo en parte con lo que dices (antes habría que solucionar otras cosas) prefieron una República en la que todos votemos, que el presidente haga cosas, y no una monarquía por muy parlamentaria que sea.
No tiene sentido cuando se está en un sistema (mon. o rep.) estar pensando en cambiar al otro. Creo que hay ejemplos suficientes en Europa para ver que la democracia, la igualdad, y todo lo que se quiera, pueden ser derechos ciudadanos bien o mal protegidos en cualquiera de ambos sistemas. En estos momentos estoy de paso por un país no monárquico (Suiza), donde también se venden claro está las revistas francesas. Aparte del hecho puntual de estar el Sarkozy con su divorcio en las primeras páginas, siempre las están ocupando las casas reales, y en primer lugar la española. La razón es que parte de la ciudadanía de las naciones republicanas echan de menos un símbolo nacional representado en personas. A los fanáticos del cambio al republicanismo les rogaría un poco de sensatez, porque no hay que perder lo que uno tiene, y creo que la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos se siente mejor representada por una monarquía que intenta estar en nivel distinto a la lucha política.
El día 12 de octubre, lo estuvimos celebrando en un centro español de Suiza. Allí estaba en la pared una foto de los reyes, un poco antigua por cierto. Parecía su lugar. Si hubiera estado una foto de cualquiera de nuestros políticos, es mas probable que alguien se hubiera sentido molesto al verla.
Ahora, que si montáramos de nuevo un país, podríamos estar de acuerdo en que un presidente elegido sería conveniente desde ciertos puntos de vista; pero también hay ejemplos como Siria, Corea del Norte, Cuba, e incluso Estados Unidos, donde lo que ocurre es que un hijo o un hermano acaban sucediendo al presidente. Ni que no hubiera más súbditos donde elegir...!
Cierro con la frase preferida por mí estos últimos tiempos: "Gane la iglesia, o el comunismo, los que limpian la mierda son siempre los mismos". Así que ala, a pedir cambios republicanos al Principado de Andorra.
Con Franco moribundo, o recién muerto, no recuerdo bien, me comentaba un compañero, bastante instruido por cierto, que aun siendo él republicano le daba un valor relativo a esto. Me decía, como ejemplo, que Suecia era una monarquía mientras el Chile de Pinochet era una república. Creo que, en lo que a España respecta, Juan Carlos, no sé si por carácter o convicción, no ha caído en los errores de su impresentable abuelo. El problema entonces, uno más, era el rey. El hecho es que unas simples elecciones municipales lo echaron del país, sin que nadie moviera un dedo. Ni los mismos monárquicos. Podríamos hablar de Alcalá Zamora, Sanjurjo... aunque eso ya es historia. En definitiva, que los borbones parecen haber aprendido la lección que, si quieren seguir en el poder, han de ganarse el coscurro por sus méritos y sentido común. Fernandos Séptimos, nunca mais, por favor. (Sinceramente, y considerándome republicano, prefiero a Juan Carlos de rey que tener de presidente de una hipotética república al que ponía los pies en la mesa en los EEUU o a "Alicia el del país de las maravillas").
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