Estoy leyendo un libro de Alfredo Grimaldos Feito que se titula “Zaplana, el brazo incorrupto del PP”, y conforme avanzo hojeando, me van subiendo calores de indignación. Lleva razón Iñaki Gabilondo cuando dice que la sociedad se está cretinizando, y lleva mucha razón también el documental que proyectaron en las pasadas jornadas sobre la Memoria Histórica, con el título de “La memoria es vaga”. En este caso se referían a los hechos –terribles- acaecidos, sobre todo, los primeros días del Glorioso Alzamiento Nacional, como le llamaban los fascistas. Con el agravante, en el caso de Zaplana, de que los hechos relativos a él sucedieron hace cuatro días, como quien dice, y el tipo sigue apareciendo en nuestras pantallas dando lecciones de todo, incluidas las de moralidad y ética, de donde él tan alejado está.
¿Qué tiene esto que ver –se me preguntará- con la desarticulación de bandas? Pues mucho. Me refiero a una operación que llevaron a cabo en Soria, hace unos meses, donde “pillaron” a unos chavales de la provincia, alguno de Logroño y no sé si de otros lugares. Cuando vi la foto en el periódico pensé, “vaya, parece que esta vez han cogido una banda en toda regla”. Pero una, que conoce ese mundo, habla con los chavales, hasta les comprende, indagó en el tema, resultando más exagerado –por no usar otra palabra- que una moneda de la época del homo habilis. Creo más en lo que me dicen los chavales que en lo que notifican, comunican e informan las autoridades. Y con el paso del tiempo compruebo que no me equivoco.
Por ejemplo, encontraron en un registro una granada de mano, y allí estaba, en la foto, sin aclarar que pertenecía a la época de la Guerra Civil, y que fue hallada en unas excavaciones. A uno de los chavales les encontraron dos gramos de spid (no sé si se escribe así), y a otro le pesaron las plantas de maría con el cepellón de tierra incluido.
Se volverán a preguntar qué tiene que ver esta “redada” con Zaplana. Pues mucho, y no me refiero a la obviedad de que, si se leen el libro, los “supuestos” delitos de este individuo que cobra de todos nosotros, y muy bien, se alzan por encima de los supuestamente cometidos por los chavales de la “banda”, varios miles de metros o como se evalúe para la Justicia. No. Me voy a referir a algo mucho más concreto. A esta peligrosísima banda, con granada de mano incluida, se les ha cazado mediante escuchas telefónicas. En la página 37 del libro referido, “Zaplana, el brazo incorrupto del PP”, y refiriéndose al Caso Naseiro, en el que Zaplana este tenía mucho que ver, las cintas de las escuchas se destruyeron, esas pruebas fueron anuladas. Veamos lo que se dice en la libro sobre el tema: “Antes de que se redactara ese auto [el que anulaba las pruebas] el juez decía a la policía: graba, y comenzaba la investigación. Pero en la comisaría sólo había dos cintas matrices, con un número de horas limitado, y eso había que pasarlo a casettes. La policía borraba las conversaciones intrascendentes y pasaba a las cintas lo que consideraba más notorio. A continuación, el secretario del juzgado transcribía los casettes. Este auto del Tribunal Supremo [el que anulaba las pruebas] tiraba por tierras lo que se había hecho hasta entonces: a partir de ese momento era el juez quien tenía que oír todas las grabaciones y decidir cuál era el material relevante. Además, debía controlar la trascripción. Para eso tendría que estar con los auriculares puestos toda la vida (…) así se cargaron también el procedimiento más eficaz para combatir el narcotráfico. Fueron las formas para impedir que se viera el fondo. Este sistema favorece al poderoso, al que tiene dinero, porque el Tribunal Superior continúa condenando, con pruebas obtenidas como en el caso Naseiro, a pequeños traficantes, sin invocar su propia doctrina. Condenan a los que no tienen abogados que lo impugnen”.
Está dicho todo. Como siempre, pagando el pobre. ¡Justicia Social!
¿Qué tiene esto que ver –se me preguntará- con la desarticulación de bandas? Pues mucho. Me refiero a una operación que llevaron a cabo en Soria, hace unos meses, donde “pillaron” a unos chavales de la provincia, alguno de Logroño y no sé si de otros lugares. Cuando vi la foto en el periódico pensé, “vaya, parece que esta vez han cogido una banda en toda regla”. Pero una, que conoce ese mundo, habla con los chavales, hasta les comprende, indagó en el tema, resultando más exagerado –por no usar otra palabra- que una moneda de la época del homo habilis. Creo más en lo que me dicen los chavales que en lo que notifican, comunican e informan las autoridades. Y con el paso del tiempo compruebo que no me equivoco.
Por ejemplo, encontraron en un registro una granada de mano, y allí estaba, en la foto, sin aclarar que pertenecía a la época de la Guerra Civil, y que fue hallada en unas excavaciones. A uno de los chavales les encontraron dos gramos de spid (no sé si se escribe así), y a otro le pesaron las plantas de maría con el cepellón de tierra incluido.
Se volverán a preguntar qué tiene que ver esta “redada” con Zaplana. Pues mucho, y no me refiero a la obviedad de que, si se leen el libro, los “supuestos” delitos de este individuo que cobra de todos nosotros, y muy bien, se alzan por encima de los supuestamente cometidos por los chavales de la “banda”, varios miles de metros o como se evalúe para la Justicia. No. Me voy a referir a algo mucho más concreto. A esta peligrosísima banda, con granada de mano incluida, se les ha cazado mediante escuchas telefónicas. En la página 37 del libro referido, “Zaplana, el brazo incorrupto del PP”, y refiriéndose al Caso Naseiro, en el que Zaplana este tenía mucho que ver, las cintas de las escuchas se destruyeron, esas pruebas fueron anuladas. Veamos lo que se dice en la libro sobre el tema: “Antes de que se redactara ese auto [el que anulaba las pruebas] el juez decía a la policía: graba, y comenzaba la investigación. Pero en la comisaría sólo había dos cintas matrices, con un número de horas limitado, y eso había que pasarlo a casettes. La policía borraba las conversaciones intrascendentes y pasaba a las cintas lo que consideraba más notorio. A continuación, el secretario del juzgado transcribía los casettes. Este auto del Tribunal Supremo [el que anulaba las pruebas] tiraba por tierras lo que se había hecho hasta entonces: a partir de ese momento era el juez quien tenía que oír todas las grabaciones y decidir cuál era el material relevante. Además, debía controlar la trascripción. Para eso tendría que estar con los auriculares puestos toda la vida (…) así se cargaron también el procedimiento más eficaz para combatir el narcotráfico. Fueron las formas para impedir que se viera el fondo. Este sistema favorece al poderoso, al que tiene dinero, porque el Tribunal Superior continúa condenando, con pruebas obtenidas como en el caso Naseiro, a pequeños traficantes, sin invocar su propia doctrina. Condenan a los que no tienen abogados que lo impugnen”.
Está dicho todo. Como siempre, pagando el pobre. ¡Justicia Social!
4 comentarios:
Nada nuevo bajo el sol. Ya se sabe que el peso de la justicia es inversamente proporcional al del status económico y el poder. No sólo aquí. No hay más que ver quienes pueblan las cárcelos de todo el mundo. Quizá sean todos los que están, pero, de lo que no cabe duda, es que no están todos los que son. Dífícil que los capos de la droga, de los grandes fraudes y sus colegas -los consentidores-, de los atentados urbanísticos y un larguísimo etcétera se pudran en la cárcel. En fin, nada nuevo. De todas formas, Zaplana no tiene la patente. No olvidemos la negra trama de corrupción del felipismo, con um amplísimo abanico de ejemplos. Esto hizo mucho más daño a la credibilidad de la izquierda que las diatribas que le pudiesen llegar desde la derecha. y todavía hay quienes creen que el P¿SOE? es un referente de la izquierda. Aunque, claro, la memoria -y no sólo la llamada histórica- es flaca. Hoy, la izquierda es una abstracción que no puede identificarse con los partidos que dicen representarla.
Tengo 48 años y cuando el P¿SOE? como escribe martin pedraza llegó al poder tenía 23 recuerdo la ilusión y la alegría, los primeros gestos que se hicieron como abrir la verja de gibraltar fue todo muy emocionante con Felipe Gonzalez tan joven y guapo en el poder. Conforme pasaron los años el desencanto. Yo entonces no sabia nada de guerra y posguerra como ahora se y solo quería inocente de mi una España mejor. Luego vino la OTAN, de entrada no de entrada sí,y los etarras metidos en cal y la tram de la corrupción del gal y todo fue desilusión una detrás de otra. Ahora no voto.
Me voy a dar el gustazo de cerrar el año deseándoles lo mejor a los amigos que visitan estas páginas, y en especial a los colaboradores y a las hermanas Goig Soler que las hacen posibles. Y salud para el 2008. (Nos va a hacer falta para aguantar a campaña electoral de unos y otros. Que Dios, o el diablo, nos coja confesados.)
Yo también ojeé ese libro y me da vergüenza que el tipo siga en la calle dando consejos morales. Debería haber pagado por lo que ha hecho porque estaba cantado lo de las conversaciones que fueron anuladas.
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