Hace ya algunos días tuvo lugar el accidente aéreo en Barajas que se llevó por delante a más de ciento cincuenta personas. Terrible. Tanto, como los muertos cada fin de semana en las carreteras, aunque en goteo. Tanto, como los que mueren cada día –cada día- en atentados suicidas en el mundo musulmán. Terrible.
Los muertos del avión de Barajas han contado –supongo que como debe ser- con una cobertura mediática, que a día de hoy todavía no ha finalizado, y que tal vez no lo haga hasta varios días después del funeral de Estado, que tendrá lugar hacia mediados de septiembre. Han dispuesto también –los familiares- de todos los medios al alcance de la compañía aérea, de los distintos gobiernos, central y autonómicos, que no son pocos, tres psicólogos por familia, plazas en hoteles, transporte, hasta el de las Fuerzas Aéreas Españolas. Supongo que como debe ser. De momento, se han aprobado ayudas inmediatas y económicas para gastos de bolsillo, después, cuando se aclare qué motivó el accidente, todos recibirán indemnizaciones millonarias que, desde luego, no compensarán de pérdidas tan terribles. Ha sido un accidente como tantos que cada mes, cada año o cada día, se dan en el primer mundo. Y ese primer mundo ha respondido como es su deber.
Entre la información diaria sobre el accidente de Barajas, hora a hora en las distintas emisoras de radio, permanentemente en canales televisivos de noticias, y varias veces al día en los otros canales, escuché, en la radio, una noticia estremecedora. Había llegado a las costas españolas una patera más, en esta, llegaba una mujer que fue hospitalizada con un ataque de ansiedad, supongo que al borde de la muerte. La causa fue que en el trayecto habían muerto su marido y los tres hijos del matrimonio, uno de ellos un bebé, y ella había presenciado, sin poderlo evitar, cómo los cuatro habían ido a parar al océano, por la borda. No he vuelto a escucharlo. Un instante de empatía, por favor, sólo unos segundos, imaginando esa tragedia evitable. ¿Ya? Mal cuerpo y peor conciencia…
Como dice Leonor, mi hija, es que las pateras no tienen seguro.
Los muertos del avión de Barajas han contado –supongo que como debe ser- con una cobertura mediática, que a día de hoy todavía no ha finalizado, y que tal vez no lo haga hasta varios días después del funeral de Estado, que tendrá lugar hacia mediados de septiembre. Han dispuesto también –los familiares- de todos los medios al alcance de la compañía aérea, de los distintos gobiernos, central y autonómicos, que no son pocos, tres psicólogos por familia, plazas en hoteles, transporte, hasta el de las Fuerzas Aéreas Españolas. Supongo que como debe ser. De momento, se han aprobado ayudas inmediatas y económicas para gastos de bolsillo, después, cuando se aclare qué motivó el accidente, todos recibirán indemnizaciones millonarias que, desde luego, no compensarán de pérdidas tan terribles. Ha sido un accidente como tantos que cada mes, cada año o cada día, se dan en el primer mundo. Y ese primer mundo ha respondido como es su deber.
Entre la información diaria sobre el accidente de Barajas, hora a hora en las distintas emisoras de radio, permanentemente en canales televisivos de noticias, y varias veces al día en los otros canales, escuché, en la radio, una noticia estremecedora. Había llegado a las costas españolas una patera más, en esta, llegaba una mujer que fue hospitalizada con un ataque de ansiedad, supongo que al borde de la muerte. La causa fue que en el trayecto habían muerto su marido y los tres hijos del matrimonio, uno de ellos un bebé, y ella había presenciado, sin poderlo evitar, cómo los cuatro habían ido a parar al océano, por la borda. No he vuelto a escucharlo. Un instante de empatía, por favor, sólo unos segundos, imaginando esa tragedia evitable. ¿Ya? Mal cuerpo y peor conciencia…
Como dice Leonor, mi hija, es que las pateras no tienen seguro.
4 comentarios:
Y es que en esto de los muertos también hay categorías; están los "nuestros" y los "otros"; los que tienen cierta categoría social y los pobres. Evidentemente, los "otros" y los pobres pintan poco en nuestra poco impresionable sociedad.
El mismo día -creo recordar- que sucedió el trágico accidente aéreo, hubo un atentado en un país asiático con 45 muertos, la noticia se dió sin excesivo protagonismo en el apartado de internacional. No es difícil imaginar que este atentado con 45 muertos fue la cabecera de los noticiarios de ese país y nuestro accidente aéreo un breve de internacional.
Sé que a veces un análisis de los hechos desdibujan estetas entradas de bloq, pero es que soy de ciencias.
Sólo hay que conectar el bombo mediático con la nacionalidad y con el impacto. Como bien se contradice en dicho artículo de opinión su autor... en unas vacaciones de verano puede haber más defunciones en los accidentes terrestres, pero no se le presta tanta atención.
Termino con una opinión personal; si se quiere viajar de la crítica al cambio activo, hace no mucho hubo un golpe de estado en Mauritania (a ver quién sabe localizarla en el mapa), país dónde existía un gobierno más o menos democrático y con una calidad de vida relativamente elevada comparada con su continente. Quizá intentar presionar a nuestros gobernantes para que no reconozcan semejantes atropellos, que tomen medidas etc etc... para una gran manera de ayudar a todo un país. ¿No?
Claro. Si la tierra fuera una aldea global... por otro lado los ue viajaban en la patera donde tuvieron que tirar a los tres hijos al mar, sucedio en nuestras costas.
Ande yo caliente y ríase la gente. ¿Qué filósofo dijo que el hombre es un cáncer que le ha salido a la Tierra?
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