Habrá un día en que todos
Al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.
José Antonio LABORDETA
Tantas veces hemos despotricado contra Europa, contra el primer mundo, prepotente e insolidario, decadente y viejo (que no anciano). Un mundo formado por un conjunto de democracias imperfectas, más bien de partitocracias insolentes y aburridas, cuando no corruptas. Y, sin embargo, este primer mundo tan imperfecto ha costado, como dijo Churchill, sangre, sudor y lágrimas construirlo. Las luchas de los bienintencionados, han sido siempre por la libertad, las de los mandatarios por el poder y el dinero. Pero estaba la base de la libertad, y percatándose, como se han percatado siempre los europeos, de este hecho bastardo de los poderosos, no estuvieron, y creo que no estamos, dispuestos a dar un paso atrás en la conquista de esas libertades, mas bien todo lo contrario, el deseo es ampliarlas.
En general, queremos sobre todo unas libertades en las que las distintas religiones ocupen el lugar que les corresponde, es decir, la intimidad de las personas, la espiritualidad de quienes las sienten y practican, ya sean politeístas o monoteístas. Y a la vez, queremos que aquellos que no sienten la religión, no la practican, puedan vivir, como de hecho sucede hasta ahora, en la más absoluta de las libertades para gestionar sus temas, o conflictos si los hubiera, relacionados con sus ideales. Esto, que parece tan elemental, insisto, ha costado muchas vidas, millones de vidas.
Cada Cultura, cada pueblo, tiene derecho a reclamar su libertad como mejor le plazca, o como mejor considere, y nadie puede arrogarse la intervención en esos hechos. Si en Europa llevamos años luchando por la no intervención en países con otras culturas, intervenciones que, como bien sabemos, tenían, y tienen, intereses económicos, y nada más que económicos, tal vez debamos seguir por esa línea.
Pero, ya que nuestros queridos progres, neoprogres y seudoprogres, ven un charco y se tiran de cabeza, habrá que decirles, a ellos, y sólo a ellos, que no se puede defender una cosa y la contraria. Creo yo. Es decir, no se puede defender a una mujer a quien van a lapidar (son cientos los casos), o a las niñas a quienes van a hacerle la ablación y mujeres a quienes ya se la hicieron (millones), y a aquellas que van a ser vendidas a maridos viejos, y a la vez salir a gritar y apoyar las revueltas del Norte de África (peliaguda zona, por cierto), que están siendo sustentadas por los Hermanos Musulmanes, entre otros integristas. Nuestros progres, algunos muy ilustrados, saben que la libertad que estos grupos exigen está basada en unos libros sagrados que, en el más reciente de los casos, datan del siglo VIII.
No he visto en estas revueltas a las mujeres, salvo algunas aisladas y testimoniales. ¡Cuidado! que a las mujeres, a veces, las dejan que se inmolen rodeadas de cinturones con explosivos. No he visto que nadie, habrá alguno pero no le he visto, reivindique en esas manifestaciones varoniles la situación de la mujer en la zona.
Podría ser que la mayoría de las mujeres de esos países estuvieran de acuerdo con la situación que viven. Dejémoslas entonces por favor, porque si no fuera así, podrían haberse rebelado ya, y si no es eso lo que quieren vivir deben decirlo y hay que ayudarlas, pero de verdad, apoyando otras revoluciones muy distintas de las que se están dando.
Lo que a mí me jodería bastante sería ver a mi nieta, y a las hijas de mis nietos, viviendo una cultura y una sociedad contra la que hemos luchado siglos.