Manzanares
“El
problema de la despoblación no es de dinero”, y continúa “...
si no de cómo se invierte ese dinero”. Son palabras dichas en una
rueda de prensa por Miguel Martínez Tomey, y hace mucho tiempo que
no escuchaba algo tan sensato. Y me quedo sólo con la primera parte,
no es problema de dinero. Efectivamente.
Uno
de los principales problemas para poder hacer frente a la
despoblación es la escasa población. Podría parecer una
perogrullada, pero quiero decir que es una buena parte de esa escasa
población la que pone palos en las ruedas. Desde Soria capital,
donde residen la mayor parte de todos los sorianos de la provincia,
al menos nueve meses al año, el problema no se percibe en su justa
dimensión. Desde los despachos, tampoco. Es necesario recorrerse los
más de diez mil kilómetros cuadrados, salpicados de caseríos
arracimados alrededor de las iglesias; adivinar los caminos cubiertos
de maleza que se dirigían hacia decenas de pueblos que ya no lo son;
y, sobre todo, es necesario palpar el sentir de las personas que
todavía resisten. Porque, no nos engañemos, son los dueños de las
tierras, de las casas y de las ruinas, quienes tienen en sus manos el
solucionar el tema de la despoblación, al menos en la mayor
proporción. El no considerarlo así es engañarse.
Verguizas
Resiste
un sector, el más anciano, que ya le da un poco igual todo. Es, en
la provincia, muy numeroso. Han cumplido con la vida y sólo quieren
paz, tranquilidad, sol y, en su defecto, lumbre, aunque pueblen las
residencias de ancianos. La hacienda, grande, mediana o pequeña
(“...dueño de mediana hacienda, que en otras tierras se dice
bienestar y aquí, opulencia...”) ya la han repartido entre los
hijos, y ellos, los ancianos, pueblan las residencias.
Otro
sector, el mayor, lo componen los hijos de los anteriores, sesentones
o setentones, quienes tienen la sartén por el mango. En esa sartén
caben las tierras, el monte, el derecho a la caza, el ganado, las
tainas y las parideras, la vivienda familiar, en algunos casos los
pisos en la capital, las casas arruinadas heredadas de abuelos o
bisabuelos. Salvo las tierras, la casa familiar y los pisos en la
capital, lo demás tiene poco valor, pero en muchos casos viven con
la creencia de que el valor es muy superior. Muchas de las personas
de este grupo tienen un pensamiento fijo (lo he escuchado más de una
vez): cuántos menos seamos a más tocamos.
La Cuesta
Con
este panorama, todos aquellos que desde los despachos se rompen la
cabeza buscando soluciones, lo tienen muy difícil. He leído en esas
mismas declaraciones que hay que dotar al medio rural de servicios,
colegios, líneas de banda ancha, y buenas comunicaciones. Algo que
hasta el día de hoy se sigue destruyendo, precisamente.
Les
diría que intenten comprar una casa medio en ruinas en cualquier
pueblo semi- deshabitado, a ver si cualquiera puede pagar lo que el
vendedor solicita, y no lo que realmente vale. Les diría que se
instalen sin practicar aquello de “allá donde fueres haz lo que
vieres”, que, aunque sabio, no deja de ser un chantaje. Les diría
que intenten instalarse con un rebaño de ovejas, por ejemplo, y
solicitar ayudas. O hacer mermeladas caseras, y le dirán que los
frutos silvestres son para los animales salvajes. O...
Esto,
desde mi punto de vista, quiere decir que sin generosidad no hay
solución. Tampoco la hay sin escuchar las ideas, por peregrinas que
nos parezcan, de los pocos jóvenes que todavía residen en Soria,
evitar que se contaminen del grupo de los que frenan las ruedas, y
darles, directamente, el timón. Ellos son el presente y el futuro.
Es necesario que ellos, los jóvenes con ideas, den un golpe de mano
y hagan huir al grupo que se encuentra tan a gusto con poca
población, por que les toca a más. Ya sabrán los jóvenes buscar
apoyos y consejos en quienes quieran que Soria tenga futuro aunque
toquemos a menos.
Cañicera
+Sin
generosidad por parte de todos, poco efecto va a tener el dinero que
llegue. Más rendimiento tendría si contrataran a sicólogos,
sociólogos, antropólogos, y todas las disciplinas relacionadas con
la conducta humana, para ver de modificar la de varias generaciones y
tratar de meterles en la mollera que se el más rico del cementerio
tiene muy poco encanto.