El viernes
día 15, La Sexta emitió un programa titulado “La Sexta Columna: algunos jueces
buenos”. Agruparon todo aquello que desde años vamos sabiendo de manera sesgada
y, lo más importante, dieron voz e imagen a los jueces que en algún momento se
han atrevido –yo diría que osado- a enfrentarse al poder. Vimos lo que ya
sabemos, que la Justicia está manipulada por la plutocracia en la que vivimos,
nos guste o no.
La
Justicia, en España (no sé qué pasará en otros países), tiene muy poco margen
para poder actuar. En realidad lo único que deberían hacer sería aplicar las
leyes y aprovechar la holgura en la interpretación de ellas para aportar la
visión de cada juez, siempre dentro de ese espacio que los legisladores han dejado
para elucidar y, que de no ser del agrado de los dirigentes, las sentencias se
irán de viaje por las distintas instancias hasta que resulten como ya tenían
previsto los plutócratas.
También
se puede dar el caso, y de hecho se da tal y como tuvimos ocasión de escuchar
en el programa de referencia, que desde el principio, quienes velan a fin de
que las cosas –las sentencias- salgan como desean (la casta política), se
percaten de que la investigación puede llegar a perjudicarles seriamente, y es
ahí donde se defenestra al juez, y aquí paz y después gloria. Para ello las
leyes que los políticos han hecho tienen suficientes articulados, que van desde
la denuncia por prevaricación y otras lindezas, hasta echarles de la
judicatura. Es fácil.
Pero
¿quiénes hacen las leyes en este país? Pues como en todos, los políticos. Las leyes,
a no ser que nos hayan confundido, se aprueban en consejo de ministros, pasan
por el Congreso de los Diputados (teóricamente los representantes del pueblo,
unas trescientas cincuenta señorías), van al Senado, algunas señorías menos,
para volver al Congreso. Pero antes de redactar una ley, supongo, que los
distintos ministerios a los que competan, tendrán asesores, muchos asesores,
infinidad de asesores, y por a quien benefician casi todas las leyes en este
país, a veces me da en pensar que también les asesore la mafia calabresa, o la
siciliana.
Si se
repasa el currículo de las señorías se comprobará que casi todos son abogados o
economistas, pocos filósofos, pocos con bagaje en Humanidades. Esto, que en
principio podría redundar en beneficio de la ciudadanía es, en realidad, un
añadido para beneficiarse ellos mismos, a través de sus testaferros, de sus
familias, y de su casta.
No se
comprende, si no es así, cómo en este país no se le puede aplicar la Justicia a
los ricos, salvedad hecha de Bárcenas (ya veremos cómo acaba esto, casi seguro
que en nada), y porque el rebote del partido al que servía debe ser monumental,
nada menos que este hombre se les ha llevado sus dineros. Casi nada. Pero ahí
está el caso de Blesa, que le va costar la carrera al juez. Tampoco se entiende
muy bien que las fianzas millonarias se paguen en cuatro días y nadie
investigue de dónde ha salido el dinero. Por no escribir ya de que la “pasta”,
nunca, jamás, se devuelve. Ya escuchamos anoche a uno de esos jueces buenos
decir que en España la Justicia está diseñada para los choricillos,
textualmente dijo “tenemos una Justicia de robaperas”.
En sus
mansiones de lujo, mientras se pierde el tiempo con esos robaperas, siguen
residiendo apaciblemente todos aquellos que han llevado a este país a la ruina,
que se han llevado por delante las ilusiones y el trabajo de millones de
obreros y de pensionistas. Ellos están amparados por las leyes de sus
correligionarios. ¿Un banco no gana lo suficiente para pagar los sueldos
millonarios de los ejecutivos? Se crea el banco malo. ¿Una sociedad mercantil
se va a ir a pique? No importa, se crea otra. Es anónima por mucho que los
datos sean públicos. Hagan la prueba. Si logran acceder a los nombres de
quienes componen esa segunda, tercera o cuarta sociedad, verán que son los
mismos, o al menos los mismos apellidos.
En cambio,
si alguien tiene la desgracia de ser autónomo, y son muchos, nada menos que más
de tres millones de personas, que se dice pronto, tres millones de autónomos,
ahí ya se paga hasta con los dientes. No se puede crear la figura del autónomo
malo. Es la persona física la que responde, mientras las mercantiles se
esconden en los pliegues de los testaferros o, simplemente, en los de la
desvergüenza.
Los
legisladores habrán estudiado en colegios de pago, habrán hecho másteres en
universidades renombradas y reputadas, casi todos relacionados con el Derecho y
la Economía, y deben creer que el resto hemos ido a escuelas tontódromas. Lo
que sucede la mayoría de las veces es que los pobres se la han de envainar porque
no tienen ni dinero para meterles mano, y ellos lo saben, los ricos, los
empresarios, los ejecutivos, lo saben. Cada huelga que hacen los obreros (como
la de las basuras de Madrid) les deja en los huesos, a ellos y las familias que
les apoyan, y los sueldos de vergüenza que perciben no les llega para ir de una
vez por todas a por quienes les están dejando en la más absoluta de las
indigencias.
Y así,
en este país de nuestros amores y de nuestros pesares, si nadie lo remedia, y
eso sólo se puede hacer en la calle, en unos años sólo habrá ricos, muy ricos,
y pobres, muy pobres. David y Goliat. David, pequeño, formado por un ejército
de hormigas. Goliat, enorme, por unos pocos ricos. Si se cumple la historia
estaremos salvados. Mientras, ellos siguen con los ERES, echan a los obreros a
cientos. Nadie les va a encarcelar. Si algún juez se atreve, ya sabe a lo que
se arriesga, les amenazan hasta a los hijos. La mafia calabresa, ya digo.