Hace más de un año que se escucha hablar de la asignatura “Educación para la ciudadanía”. Hemos sabido de las objeciones de conciencia de algunos padres, asambleas y manifestaciones, o la guasa de las autoridades educativas valencianas, de impartirla en inglés. Para algunas personas –entre las que me incluyo- el hecho de que las jerarquías eclesiásticas pongan esta asignatura en entredicho, o se rebelen, directamente, contra ella, es ya motivo de apoyo. Pero, no había escrito nada hasta ahora, porque quería informarme del tema, y para ello nada mejor que acudir a la Librería Las Heras y adquirir un ejemplar.
Tengo ante mis ojos una edición del Grupo SM, que debe su autoría al profesor José Antonio Marina. Existe una edición en Internet, pero me siguen gustando los libros de papel. La portada ya apunta maneras. Aparece un callejero con los nombres: plaza de la Conciencia cívica, calle de la Igualdad, avenida de la Justicia, calle de la Libertad, de la Amistad, de los Deberes…
La Unidad 2, por ejemplo, habla de “La resolución inteligente de los conflictos”, y de moral para hacerlo, poniendo como ejemplo cuánto invierte el primer mundo guerras y publicidad, comparándolo con lo que sería necesario para que África pueda sacar la cabeza del hambre y la miseria. Enseña a solucionar conflictos para evitar la violencia en la escuela, etc.
Encontramos cómo alcanzar la felicidad: “Quienes viven en un país muy pobre, o muy inseguro, van a tener más dificultades para ser felices”. Piden a los alumnos que ideen un proyecto para un mundo justo. Proponen debates para pensar juntos. Enseñan que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre.
Se acerca a la edad de los educandos, ofreciendo ejemplos de mensajes telefónicos: “La dignidad nos ennoblece a todos. Todos somos dignos de respeto. Pásalo”. Y sin abreviaturas imposibles.
En la Unidad Didáctica 5, “¿Cómo debe ser el buen ciudadano?”, resalta la responsabilidad, la justicia y la solidaridad. Habla de la conciencia cívica, de la igualdad, de la necesidad de motivarse, tomar decisiones, mantener el esfuerzo, consumo responsable, derechos y deberes…
Ponen ejemplos de personajes como Muhammad Yunus, el factótum de los microcréditos. Mahatma Gandhi. Martin Luther King. Teresa de Calcuta. Nelson Mandela. Jorge Luis Borges. Rigoberta Menchú. Peter Benenson, fundador de Amnistía Internacional.
Frases escogidas, como esta de Alce Negro (hombre santo de los sioux). “Todas las cosas son nuestros parientes; lo que hacemos a cualquiera, a nosotros lo hacemos. En realidad todo es uno”.
“La identidad sexual”, ¿será este el tema que disgusta a los padres? Podría ser esto: “La homosexualidad ha sido severamente juzgada durante gran parte de la historia. Y en la actualidad, la legislación de algunos países siguen condenándola. Sin embargo, tenemos la obligación ética de respetar la dignidad de todas las personas, reflejada en la Constitución y las leyes españolas, que prohíben toda discriminación por razón de sexo o de orientación sexual”.
Sobre la “La identidad religiosa”, leo: “La religión es una dimensión muy importante en la vida de las personas. Uno de los derechos humanos fundamentales protege la libertad de conciencia, es decir, afirma que cada persona puede tener la religión que desee”.
En la Unidad Didáctica referida a la familia, explica la diferencia entre familia nuclear, que puede ser monoparental o reconstituidas, es decir, a partir de un divorcio. La función de la familia es reproductora, educativa, afectiva, económica y asistencial.
175 páginas, que he leído con lupa, donde no he encontrado ningún motivo para oponerse a esta Educación para la Ciudadanía, ni para el más exigente, desde mi punto de vista. O sea, sin lugar a dudas, y en cuanto a los partidos que pusieron el grito en el cielo, oponerse por hacerlo, todo lo contrario de lo que es, o debe ser, o significa, una oposición responsable.
En cambio, en la página 41 del periódico El País, del domingo, 14 de septiembre de 2008, Joaquina Prades hace un comentario del manual “Ética”, escrito por José Ramón Ayllón y Aurelio Fernández, editorial Casals. Este manual, según Prades, será el que “miles de escolares de secundaria de colegios católicos privados aprenderán durante dos horas semanales durante el 4º curso de la ESO”. Entre las perlas que destaca, compara el aborto con el Holocausto, afirman que los hijos de los padres separados corren serio peligro de desembocar en “el crimen, las drogas y la violencia”. No se debe recurrir a la reproducción asistida, no se debe uno divorciar, hay que ver a Dios en todas partes y en todas las cosas, hay que rechazar la homosexualidad…
No me extrañará nada saber dentro de unos años, que los niños educados en la Ciudadanía verán el mundo opuesto a los que se hayan formado en el espíritu de la Ética de Ayllón y Fernández, o de cualesquiera otros cuyos postulados se acerquen a los otros.
Lo malo del tema es que los adolescentes no tienen la culpa de lo que los padres hayan elegido para ellos. Y lo peor, que en casa seguirán educándolos en aquello que para ellos han elegido.
Tengo ante mis ojos una edición del Grupo SM, que debe su autoría al profesor José Antonio Marina. Existe una edición en Internet, pero me siguen gustando los libros de papel. La portada ya apunta maneras. Aparece un callejero con los nombres: plaza de la Conciencia cívica, calle de la Igualdad, avenida de la Justicia, calle de la Libertad, de la Amistad, de los Deberes…
La Unidad 2, por ejemplo, habla de “La resolución inteligente de los conflictos”, y de moral para hacerlo, poniendo como ejemplo cuánto invierte el primer mundo guerras y publicidad, comparándolo con lo que sería necesario para que África pueda sacar la cabeza del hambre y la miseria. Enseña a solucionar conflictos para evitar la violencia en la escuela, etc.
Encontramos cómo alcanzar la felicidad: “Quienes viven en un país muy pobre, o muy inseguro, van a tener más dificultades para ser felices”. Piden a los alumnos que ideen un proyecto para un mundo justo. Proponen debates para pensar juntos. Enseñan que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre.
Se acerca a la edad de los educandos, ofreciendo ejemplos de mensajes telefónicos: “La dignidad nos ennoblece a todos. Todos somos dignos de respeto. Pásalo”. Y sin abreviaturas imposibles.
En la Unidad Didáctica 5, “¿Cómo debe ser el buen ciudadano?”, resalta la responsabilidad, la justicia y la solidaridad. Habla de la conciencia cívica, de la igualdad, de la necesidad de motivarse, tomar decisiones, mantener el esfuerzo, consumo responsable, derechos y deberes…
Ponen ejemplos de personajes como Muhammad Yunus, el factótum de los microcréditos. Mahatma Gandhi. Martin Luther King. Teresa de Calcuta. Nelson Mandela. Jorge Luis Borges. Rigoberta Menchú. Peter Benenson, fundador de Amnistía Internacional.
Frases escogidas, como esta de Alce Negro (hombre santo de los sioux). “Todas las cosas son nuestros parientes; lo que hacemos a cualquiera, a nosotros lo hacemos. En realidad todo es uno”.
“La identidad sexual”, ¿será este el tema que disgusta a los padres? Podría ser esto: “La homosexualidad ha sido severamente juzgada durante gran parte de la historia. Y en la actualidad, la legislación de algunos países siguen condenándola. Sin embargo, tenemos la obligación ética de respetar la dignidad de todas las personas, reflejada en la Constitución y las leyes españolas, que prohíben toda discriminación por razón de sexo o de orientación sexual”.
Sobre la “La identidad religiosa”, leo: “La religión es una dimensión muy importante en la vida de las personas. Uno de los derechos humanos fundamentales protege la libertad de conciencia, es decir, afirma que cada persona puede tener la religión que desee”.
En la Unidad Didáctica referida a la familia, explica la diferencia entre familia nuclear, que puede ser monoparental o reconstituidas, es decir, a partir de un divorcio. La función de la familia es reproductora, educativa, afectiva, económica y asistencial.
175 páginas, que he leído con lupa, donde no he encontrado ningún motivo para oponerse a esta Educación para la Ciudadanía, ni para el más exigente, desde mi punto de vista. O sea, sin lugar a dudas, y en cuanto a los partidos que pusieron el grito en el cielo, oponerse por hacerlo, todo lo contrario de lo que es, o debe ser, o significa, una oposición responsable.
En cambio, en la página 41 del periódico El País, del domingo, 14 de septiembre de 2008, Joaquina Prades hace un comentario del manual “Ética”, escrito por José Ramón Ayllón y Aurelio Fernández, editorial Casals. Este manual, según Prades, será el que “miles de escolares de secundaria de colegios católicos privados aprenderán durante dos horas semanales durante el 4º curso de la ESO”. Entre las perlas que destaca, compara el aborto con el Holocausto, afirman que los hijos de los padres separados corren serio peligro de desembocar en “el crimen, las drogas y la violencia”. No se debe recurrir a la reproducción asistida, no se debe uno divorciar, hay que ver a Dios en todas partes y en todas las cosas, hay que rechazar la homosexualidad…
No me extrañará nada saber dentro de unos años, que los niños educados en la Ciudadanía verán el mundo opuesto a los que se hayan formado en el espíritu de la Ética de Ayllón y Fernández, o de cualesquiera otros cuyos postulados se acerquen a los otros.
Lo malo del tema es que los adolescentes no tienen la culpa de lo que los padres hayan elegido para ellos. Y lo peor, que en casa seguirán educándolos en aquello que para ellos han elegido.