El pasado lunes, 24 de septiembre, viendo las noticias de la tarde –las de Iñaki Gabilondo, por supuesto- me quedé perpleja por el recibimiento que en la Universidad de Columbia le dieron a Mahmud Ahmadineyad (he tenido que bajar a comprarme un periódico para escribir bien el nombre, en Creixell no tengo Internet).
Ese recibimiento me parece muy bien, cada uno se manifiesta como quiere, y el elemento este iraní, con sus jueguecitos nucleares, su negación del Holocausto (que es delito en algunos países) y su necesidad de hacer desaparecer a Israel, se lo merece. Para mí los países musulmanes, todas las religiones integristas, y su mundo de velos, rezos, santos, crucificados y demás, carece de interés. Este desinterés no es despectivo, sencillamente los míos van por otros derroteros muy alejados de dictaduras, salmos, obispos propietarios de medios de comunicación y rosarios.
Pero digo yo que al dirigente este le habrán invitado, no habrá impuesto su presencia, y la presentación que de él hizo el rector fue digna de un cafre. El presidente de la Universidad de Columbia, Lee Bollinger, le llamó dictador cruel, mezquino y ridículo, entre otras lindezas, mientras el otro aguantaba el tipo sonriendo. Naturalmente, esto no se lo hubiera dicho en Irán, ahí sí que hubiera tenido mérito.
Quiero creer que Bollinger está también en contra de la política de su país, porque si no fuera sí, el cinismo de este presidente de la Universidad de Columbia sería de los que hacen época.
Quiero creer que Bollinger está en contra de la pena de muerte en algunos de los estados de EE.UU, en demasiados. Que lucha contra en racismo cuasi institucionalizado. Que va a ir a colaborar, con sus propias manos, en la destrucción del muro entre su país y Méjico. Que va a propiciar una plataforma –como ya que se está llevando a cabo en España para juzgar a Aznar- para que Bush acabe con sus huesos en la cárcel. Que se va a cargar a algún hideputa del Ku-Kus-Klan. Que va a coger al bobo peligroso este de Bush por los huevos para que se vayan de Irak. En fin, le supongo un auténtico luchador por las libertades humanas.
¿Tendrán la cara tan dura de dar lecciones? Pues sí, la tienen.
Ese recibimiento me parece muy bien, cada uno se manifiesta como quiere, y el elemento este iraní, con sus jueguecitos nucleares, su negación del Holocausto (que es delito en algunos países) y su necesidad de hacer desaparecer a Israel, se lo merece. Para mí los países musulmanes, todas las religiones integristas, y su mundo de velos, rezos, santos, crucificados y demás, carece de interés. Este desinterés no es despectivo, sencillamente los míos van por otros derroteros muy alejados de dictaduras, salmos, obispos propietarios de medios de comunicación y rosarios.
Pero digo yo que al dirigente este le habrán invitado, no habrá impuesto su presencia, y la presentación que de él hizo el rector fue digna de un cafre. El presidente de la Universidad de Columbia, Lee Bollinger, le llamó dictador cruel, mezquino y ridículo, entre otras lindezas, mientras el otro aguantaba el tipo sonriendo. Naturalmente, esto no se lo hubiera dicho en Irán, ahí sí que hubiera tenido mérito.
Quiero creer que Bollinger está también en contra de la política de su país, porque si no fuera sí, el cinismo de este presidente de la Universidad de Columbia sería de los que hacen época.
Quiero creer que Bollinger está en contra de la pena de muerte en algunos de los estados de EE.UU, en demasiados. Que lucha contra en racismo cuasi institucionalizado. Que va a ir a colaborar, con sus propias manos, en la destrucción del muro entre su país y Méjico. Que va a propiciar una plataforma –como ya que se está llevando a cabo en España para juzgar a Aznar- para que Bush acabe con sus huesos en la cárcel. Que se va a cargar a algún hideputa del Ku-Kus-Klan. Que va a coger al bobo peligroso este de Bush por los huevos para que se vayan de Irak. En fin, le supongo un auténtico luchador por las libertades humanas.
¿Tendrán la cara tan dura de dar lecciones? Pues sí, la tienen.