“Si Podemos es “la
gente”, la “gente” en asambleas, debe ser “la gente” en asambleas la que debata
la Constitución, su Constitución”
Círculo de Podemos en
Soria
En el
anfiteatro de El Espolón, el jueves 21, se reunieron en asamblea los componentes
locales de Podemos y todo aquel que quiso hacerlo. Como en los viejos tiempos
de pueblos y aldeas de las comunidades de Villa y Tierra castellanas, a cielo
abierto, cara descubierta, y a la vista y oído de todos. Sería un detalle tener
también un olmo al lado.
Se trataba
de dar a conocer y debatir el pre-borrador del Círculo Podemos de Soria, para
el proyecto político, fundamentado en “nada más, pero también nada menos, que
un Proceso Constituyente”.
“La
necesidad de un proceso constituyente deriva, por una parte, de que un sector
muy considerable de la sociedad española ni cree en el sistema actual ni lo
considera, como decíamos, regenerable por sí mismo y, por otra, de que ello
pondrá en discusión –en discusión ciudadana y por tanto democrática- los temas
vertebrales de la propia sociedad española. Los partidos políticos mayoritarios
–PP y PSOE- que han defendido y siguen defendiendo la intocabilidad de la
Constitución española, ni han tenido reparo alguno en transgredir e incumplir
algunos de sus artículos (entre ellos, pero no únicamente, el de todo español
tiene derecho a una vivienda digna) ni en modificar –no sabemos si con
nocturnidad pero desde luego con alevosía- alguno, sustantivo para los
intereses tanto del gran capital como, contrapuestamente, de los ciudadanos, de
los ciudadanos, en concreto el 135. (…). Los partidos mayoritarios del Sistema
van a proponer –de tapadillo- la reforma Constitucional, Podemos plantea
abierta y decididamente el Proceso Constituyente. La diferencia esencial
estriba en que, en el primero de los casos, el debate, si lo hay, quedará
reducido al Parlamento y a las camarillas dirigentes, y en el segundo serán los
ciudadanos los que comiencen a debatir sobre los problemas, alternativas y
soluciones de su propia sociedad”.
Por otro lado, se puso sobre la imaginaria
mesa de la asamblea, la ley para la elección directa de alcaldes, que el
gobierno de Rajoy, atemorizado por el vuelco político que, con seguridad, darán
los resultados de las próximas elecciones municipales, se ha sacado de la manga.
Es la respuesta a la necesidad de reformar por completo la ley electoral,
hacerlo en aquél punto que a los partidos mayoritarios les interesa aquí y
ahora, con la falta de respeto hacia los ciudadanos que lleva caracterizando a nuestros
políticos desde que se hicieran con el poder hace ya tantos años.
La solución
a este nuevo despropósito sería conseguir que toda la izquierda –mejor si
también se uniera el PSOE- se negaran a participar en las próximas elecciones
municipales, propuesta que se votó, por absoluta mayoría, en la referida
asamblea.
El profesor
Carmelo Romero recordó la dictablanda de Dámaso Berenguer y de Juan Bautista
Aznar después, y las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que dieron
al traste con la monarquía. Gracias, eso sí, a las grandes capitales, donde el
caciqueo si existía, que existiría, no fue tan sangrante como en el mundo
rural.