En
un universo político pesado, incluso plúmbeo, como resulta ser el
que se produce cada dos por tres en este país nuestro, encontrar en
el centro neurálgico de Soria un partido político con imaginación,
habrá que reconocer, por mucho que se quiera ignorar, que es de
agradecer. (Disculpas por tantos infinitivos seguidos, pero vienen al
pelo por eso de la subordinación). De la misma manera que también
debe agradecerse el minuto de oro de Pablo Iglesias en el debate
televisivo del pasado lunes. Hasta los lectores de El Mundo, sí, del
periódico El Mundo digital, le dan ganador de un debate que no vi,
pero si precisamente ese minuto.
Hace
casi cincuenta años, cuando el Mayo del 68, ese evento francés en
el que estuvieron todos los culturetas de nuestro país, aunque
todavía no hubieran nacido, ya se gritaba eso de “La imaginación
al poder”. Esa imaginación de los jóvenes de Podemos, unida a la
sabiduría de quienes ya no son tan jóvenes, está dando como
resultado una campaña alegre y atractiva. O sea, que a los eslóganes
del 68 se le puede añadir una parte de la filosofía de Platón,
veintitantos siglos atrás, El gobierno de los sabios, nada menos que
en el siglo de Pericles, et voilà.
Así
tenemos a mano unos pensamientos escritos en pequeños cuadrados de
colores por el profesor Carmelo Romero: “Sólo no hay un futuro
mejor cuando a una sociedad se le inculca y convence de que no lo
hay”. “¿Acudirías a pirómanos para apagar fuegos? Para acabar
con la corrupción ¿votarás a quienes la han fomentado?”. Junto a
esto, los jóvenes, con Jorge Ramiro a la cabeza, han ideado una
campaña en la que se derriban cubos de corrupción y otras lindezas;
paneles donde todo el que quiera dibuja; un atril para que una niña,
por ejemplo, pida no tener tantos deberes (como abuela lo apoyo); un
panel con fotocopias de promesas hechas por políticos sorianísimos
a lo largo de los años y, por supuesto, no cumplidas; o una comida
de traje (traje lo que pude) donde comieron todos los que no
trajeron, sin la garantía de que ese yantar se convierta en votos; o
la rifa de un chorizo. O las conversaciones con Carmelo, en un
reservado de Avalon. En fin, una sabia mixtura de conocimiento y
juventud, sin que ello suponga que la juventud no pueda tener
conocimientos ni que los sabios (sin bigote) no puedan ser y sentirse
jóvenes.
Además
de imaginación hay esfuerzo. La provincia recorrida, por pequeño
que el pueblo sea. Hasta la presentación de la campaña tuvo su
mensaje, fue el Torrearévalo, donde naciera Julián Sanz del Río,
filósofo y pedagogo, hace ya doscientos años. Un pueblo donde quizá
no duerman en invierno ni ocho almas (siempre que utilizo la
metonimia alma por hombre recuerdo a Gógol y sus Almas muertas). Y
recuerdo también, en esta campaña, a Delibes y al disputado voto de
su Cayo. Un esfuerzo tremendo este que realiza la gente de Podemos y
sin dinero, lo más difícil y lo más generoso de todo. Diré una
vez más eso que le gusta tanto a mi amigo Nica, sin generosidad esta
provincia no tiene futuro.