Sin
duda los dos partidos políticos mayoritarios de este país tienen,
cada uno, una losa sobre ellos en las personas de los dos ex
presidentes, González y Aznar. Si bien el segundo no puede derivar
más hasta extremos, a González aún le queda algo de recorrido para
llegar a igualarle, por la derecha, me refiero. Nada extraño en el
presidente honorífico del Partido Popular, era de esperar que eso de
hablar catalán en la intimidad y boutades parecidas, se trataba sólo
de artimañas electoralistas. Pero lo de el otrora socialista, lo del
Isidoro de la clandestinidad, tiene un análisis menos simplista,
aunque a ambos les mueve el mismo sentimiento de haber pasado a mejor
vida política y haberse convertido en abuelos cebolletas cargados de
mala baba, que colocan frenos en las ruedas de las carretas de sus
propios partidos.
Personalmente
la actitud de Aznar me deja fría, porque nada esperaba de él,
además de verle un poco guiñol, una caricatura de su propia
caricatura. Pero lo de Felipe González es otra cosa. Hace décadas
que se dedica a decepcionar a todos aquellos que esperaban de él,
primero una conducta ética (que nada tiene que ver con la legal
según Martínez Pujalte) hasta el final de sus días, después un
magisterio acorde con el paso de los años y la experiencia. Algo así
como la actitud de Julio Anguita.
Muy
lejos de eso, cada fotografía de él, cada aparición, nos lo hace
ver con la boca más torcida, la ceja más alta, y la nariz más
respingona, es decir, más arrogante, pontificando sobre temas
susceptibles de ser sometidos a análisis profundos, hasta llegar a
lo temerario diciendo que Pinochet (el del golpe de Estado en Chile),
respeta más los derechos humanos que Maduro. Que se lo pregunten a
Víctor Jara y tres mil y pico más, pero allá en el limbo donde el
militar les mandó.
Este
comentario -el peor de todas las perlas que han salido de su torcida
boca- no sólo es intolerable, sino nauseabundo, aún en las
entendederas de un hombre que está cobrando (o ha cobrado) miles y
miles de euros como consejero en empresas que él mismo privatizó,
que cobra un pastón como pensión vitalicia, con la que, a decir de
él mismo, no está de acuerdo, pero a la que no renuncia, como ha
hecho Anguita con todas las prebendas a las que tiene derecho, porque
son legales pero no éticas.
Este
hombre convertido en no sé qué, debería jubilarse de una vez,
dejar de vomitar bilis, hacer lo posible para relajar las facciones,
y dedicarse a otras actividades. Por otro lado, el PSOE debería
desligarse de él, ya tiene bastantes problemas con no remontar en
votos, como para soportar el palo de Felipe González en las ruedas.
3 comentarios:
Más claro... Lo único que lamento es que este artículo no aparezca en un medio de difusión de tirada nacional. Lo digo porque llegara a más gente. Preciso y exacto. Como bien dices, lo de Pinochet es repugnante. Eso lo vomita, por ej. Esperanza Aguirre, y toda la "progresía" -no confundir con la izquierda seria que ni está ni se le espera- e incluso gentes del ala derecha, por el que dirán, lo hubiesen puesto a caldo. Se ve que al señor de Filesa y de los GAL y la corrupción generalizada - no tengo espacio para enumerarla y sería prolijo, aunque de aquellos polvos...- la grasa de las puertas giratorias le ha embotado las circunvalaciones cerebrales. Aunque creo que eso viene de antiguo. Paquillo Pajero.
¡Váyase, señor González, váyase! (Estaría mejor en su casa o en el hogar del jubilado echando la partida).
Me parece muy acertado el artículo.El original Isidoro fue mi mayor ilusión y el actual Felipe mi mayor desilusión.
No se como puede decir Pedro Sánchez que está orgulloso de Felipe González.
Deben ser ataduras que los de a pie no conocemos.
Lo digo desde mi cargo de Alcalde Socialista y Diputado Provincial.
En otro orden me gustaría contactar con la señora Goig. 655880173 Ricardo Corredor.
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