Las cigüeñas: foto Leonor Lahoz.
Todo lo demás es insensatez.
Padecemos
en España, con harta frecuencia, el sarampión de las campañas electorales. La
Democracia española es lo que tiene, como todavía no nos hemos acostumbrado a
ella –me refiero a su esencia verdadera- pues nos la putean los partidos
mastodónticos, esos que, bien apuntalados, luchan con todas sus fuerzas para no
perder las prebendas, esos de la segunda, tercera y cuarta generación en el
poder. Los de la primera con la insignia falangista, los de la segunda con la
camisa que venga bien al momento político, y los de la tercera (algunos ya
empiezan a aterrizar), con los pantalones tejanos rotos, o la semántica
adecuada, con @ y esas cosas. Como decía el presidente del Tribunal de Cuentas,
son querencias de familia, de la parental, no de la mafia. ¿O sí?
Luchan
enfangados con y en la propia mierda que ellos mismos han ido produciendo,
lanzándola a diestro y siniestro, a fin de que nadie les robe (la política es
nuestra, oiga, el poder, el mangoneo), nada de lo conseguido hasta la fecha, y
desde luego para que ningún niñato, con fuerza, venga a descubrir los fondos de
los armarios o a levantar las alfombras persas.
Las
campañas electorales que con tanta resignación sufrimos la mayoría, ofrecen
pantomimas que, ¡ojo!, si uno incursiona en ellas puede acabar con un brote
psicótico. No hace falta aclarar más el tema, todos, en algún momento de los
días nefastos de las campañas electorales, vemos cómo se nos cuela por algún
medio las jetas de los políticos mastodónticos escupiendo por sus bocas las
barbaridades más temerarias, atacando al contrario con las mentiras más
falaces, sin que se les mueva la pestaña.
Hasta
nuestras madres, que vivieron imaginando ser Lola Puñales, o aquella que
buscaba al tatuado y rubio como la cerveza, o que deseaban ser la María de la O
con la pena puesta (pero a lo casto, sólo en la intimidad más profunda)
mientras miraban al gitano guapísimo de ojos verdes pegándole una asa a la lata
de leche condesada, miran atónitas la televisión, o escuchan la radio, y
preguntan ¿pero qué dicen? ¿Es verdad todo eso? ¡Vaya sinvergüenzas! Ellas no
entienden de pandas, pandilleros, mafias o casta.
Para
acabar de rizar el rizo, en el consejo de ministros –parece ser que se aburren-
aprueban algo importantísimo, algo que va a remover los cimientos de nuestra
pobrísima democracia, algo tan fundamental, como que aquellos que, finalmente,
acaban dando en chorizos, eso sí con clase, refinados, con tarjetas más oscuras que su
reputación, como dejara escrito Gil de Biedma,
ya no van a ser tratados como imputados, sino como investigados, o sus
sinónimos: indagados, inquiridos, fisgados...
Albert
Camus dejó escrito en su impagable La Caída (todo es impagable en Camus), que
el estilo y la ropa interior fina sirven, con frecuencia, para disimular el
eczema. Los investigados, quienes, repito, acaban dando con frecuencia en
chorizos (los hay también intelectuales, esos a quienes Juan Marsé tiene
enfilados, esos que van arrastrándose para conseguir otro tipo de prebendas),
ven ahora rebajada la tensión (o eso creen), al rebajar también, por un tiempo,
la imputación por la investigación. Se han cubierto de ropa fina semántica para
tapar las purulencias.
5 comentarios:
A lo que apunta la autora hay que añadir lo que, para uno, es el meollo de la cuestión, la madre del cordero: en España, en un alto porcentaje de ciudadanos o, votantes, si lo prefieren, no está mal vista la corrupción, por más que nos rasguemos las vestiduras. Por concretar, véanse resultados de Cataluña, Comunidad de Valencia, Madrid o... Andalucía. Resulta chocante, pero significativo, que ni el mangoneo de EREs, cursillos fraudulentos, nepotismo, amiguismo, enchufismo, clientelismo e "ismos" diversos, han pasado factura al partido en el poder desde hace décadas. Ya se sabe, en Españpa la honradez se paga muy cara... carísima. Paquillo Pajero.
Como decía uno, estamos en manos de gánsters.
Los políticos creen que cambiando las palabras se cambia también el significado y el delito. son tan incultos que eso de la polisemia les debe sonar a islas paradisíacas para llevarse la pasta.
Saludos Isabel
Rubén
Chorizos intelectuales hay unos cuantos en Soria. Los que arrasan con las subvenciones y los premios ¿a qué? pues a letras que juntan para minorías aunque los premios los paguemos las mayorías. Marsé nombró entre otros a uno que tenéis ahí cerca, en un pueblo de la sierra, que echó a perder el Canal 9, pero hay más, hay más... Nos vemos en Logroño.
Tenemos la mejor liga de fútbol del mundo y los mejores magnates, perdón, mangantes. Y el más alto indice de paro, ya no digamos juvenil, de los países civilizados. Y nuestras universidades no entran entre las doscientas mejores del mundo. Pero, como se apunta aquí, seguirán -yo no- votando a los partidos cargados de corrupción. y así nos luce el pelo.
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