miércoles, febrero 13, 2013

Políticos rancios, políticos jóvenes


Hace ya demasiados años que vivimos en un bipartidismo insoportable. Esta forma de gobierno, tal vez interesante en la segunda mitad del siglo XIX, resulta más que agobiante en el siglo XXI. El sistema electoral que conviene a los políticos españoles hace esto posible y, tan a gusto se sienten en él, que ni derechas ni izquierdas mueven una propuesta para terminarlo.
Conlleva esto el tener que soportar, siempre, ad eternum parece ser, a los mismos políticos en todas las instituciones. Como en la cola de la pescadería, van cogiendo turno y cuando les toca se vuelven a poner al final otra vez, cansinamente. Las mismas jetas, los mismos discursos, aparecen un día y otro, un año y otro, en los medios, en los mítines, en los mercados. Y los sufridos ciudadanos –votantes o no- han de presenciar el espectáculo de verles envejecer ante nuestros ojos. Envejecer física y mentalmente, porque con ser siempre el mismo discurso, el entorno cambiante según los tiempos vividos lo hacen rancio, como la manteca que cuelga durante meses en los ganchos de los someros, una rancidez apestosa y pegajosa.
Estos políticos nuestros se han equivocado, en esto también. La sabiduría de la experiencia es algo inherente a los filósofos, a los pensadores, a los escritores, pero ellos no son nada de eso, son, sencillamente, unos avariciosos, algunos corruptos, muy corruptos, que no sirven en la vejez más que para estorbar y dar ejemplo de lo que no debe hacerse. Su experiencia en chanchullos y corruptelas no la queremos. Queremos, muchos, que se vayan de una puñetera vez y consigan tanta paz como descanso dejen. Que mantengan lo adquirido, legalmente o no, y se vayan y nunca más asomen la cara a ningún sitio donde podamos verles.
Tampoco nos sirven esos nuevos rostros que a veces se sacan de la chistera para dar imagen de modernidad. Ya vemos a Cospedal, por ejemplo, con la peineta en la cabeza presidiendo procesiones, y hablando de populismo o coroneles “con todo su cariño”, imitando a Vidal-Quadras cuando sugiere que la Guardia Civil podría intervenir en Cataluña. O a Báñez agradeciendo a la virgen del Rocío no sabemos qué, pero algo relacionado con el paro y la desgracia de millones de personas. Tampoco esto nos interesa a muchos.
Queremos jóvenes asesorados por sabios que envejecen dignos y pudorosos, o poseedores del ímpetu de las personas no maleadas, capaces de ver las cosas como son, porque están en contacto con la realidad, en la calle, y no en los despachos sin desinfectar desde que reinaba Alfonso XII, con el cráneo de santa Constanza o el brazo incorrupto de santa Teresa.
Queremos a jóvenes como Beatriz Talegón, capaz de criticar a los socialistas por reunirse en hoteles de cinco estrellas, cuando a ella tal vez le hubiera gustado más una casa rural con vistas al bosque, o al mar, con jóvenes de su edad comiendo pizzas. O como Ada Colau, capaz de sentarse ante sus rancias señorías y definir perfectamente a  los banqueros llamándoles criminales, al fin y al cabo eso sólo significa que cometen delitos graves.
Id, por favor, id en buena hora. Ya sabemos que es duro para el bolsillo, sabemos que esa, precisamente, es la cuestión, pero conformaros con los tropecientos millones de euros, con los diez pisos, con otros tantos coches, y todo eso que habéis conseguido a lo largo de toda vuestra vida y la nuestra. No vais a ser eternos, lo único que vais a conseguir es ser los más ricos del cementerio. Y a ser posible, si todavía os queda un resto de dignidad, no cobréis pensiones, dejad ya en paz las arcas del Estado.