A este
personaje, Angel Pelluz, le va a pasar como a Pinochet y esa panda de boques,
que se libran de la cárcel por la edad provecta. Abogado viene del latín
advocatus, “el llamado para auxiliar”. Y este tipejo, de 90 años, que está
quitándole el curro a otros con edades más acordes, ha decidido auxiliar a una
panda de nazis, de postillas de lepra, que dejaron en coma a un indigente de
una paliza, diciendo que los mendigos no son personas humanas, sino cánceres de
la humanidad, que no quieren trabajar y ocupan un terreno público.
Tú y
los que defiendes sí sois cánceres de la humanidad, de los más malignos, de los
que no tienen cura, de los que matan, en este caso a los demás. Tumores postillosos
y costrosos.
Menos
mal que, de vez en cuando, la Justicia actúa como tal, y tanto la fiscal como
el juez han decidido que se deriven diligencias por si hubiera cometido delito
el Pelluz. Sí, claro que lo ha cometido, es apología del terrorismo y de la
violencia, de la barbarie, del asesinato. ¡Con la que está cayendo! Hasta el
Colegio de Abogados ha actuado de oficio. A ver si entre todos le amargan los
pocos años –espero- que le quedan de vida a este sinvergüenza.
Ya lo
dijo el escritor barcelonés de cuyo nombre no hay manera de que me acuerde: los
crímenes y los asesinatos, no acabarán hasta que entren en la cárcel el delincuente,
el asesino y su abogado.