Estamos
asistiendo al espectáculo del desmorone de la sociedad que han venido diseñando
para la ciudadanía unos grupúsculos de políticos sin escrúpulos, cuando existía
la política todavía, y no había sido sustituida por la insostenible economía
dominándolo todo. Y los políticos, pobres, ¡pobres! (como escribiría sobre el
hombre César Vallejo), en lugar de evitar esa situación, se lanzan al río
revuelto como poseídos por los demonios de la avaricia.
Y la
gente se cabrea, y ellos, sin argumentos ante los cientos de personas que
protestan y reclaman por la incontenible e incontinente codicia de políticos y banqueros,
que les dejan en la calle y arruinados para siempre, acuden al “Y tú más”, como
si a estas alturas de la historia los ciudadanos hubiéramos perdido la razón y
el raciocinio definitivamente.
En
los últimos días han diseñado un latiguillo nuevo por si cuela, “estas son las
técnicas que utilizaban los nazis”, para definir los escraches. El argumento se
les puede volver en contra, ya que aquello que los nazis hacían no era
precisamente escraches. Es al revés. Los nazis no tenían necesidad de ellos
porque tenían el poder y ese poder, durante muchos años, lo utilizaron para
matar a millones de personas. Ellos, los nazis, no señalaban, ellos quemaban,
destruían y mataban.
Cuando
acabó la guerra muchos de ellos se escondieron como pudieron, algunos, al
principio del final de la guerra, se escabullían entre los que habían
torturado, otros marcharon a Argentina, Brasil o España, llevando la vida
pacífica que sus conciencias les permitiera (o sea, muy tranquila). Después,
durante muchos años, fueron los cazadores de nazis liderados por Simón
Wiesenthal, quienes señalaron, o sea, hicieron escraches, contra los nazis,
cuando localizaban su domicilio. Gracias a eso algunos –pocos desde mi punto de
vista- fueron detenidos y juzgados.
O
sea, reitero, los escraches los hacían las víctimas a los nazis. ¿Se percatan
sus señorías, o es necesario explicarlo mejor?