Castillo de Otíñar. Foto Facebook
Juan
Carlos Roldán, portavoz de la Plataforma “Por Otíñar y su
entorno”, me telefoneó un día del comienzo de este caluroso
verano, para recomendarme que viera tres reportajes sobre Otíñar.
Se trata de “Criados cuesta arriba: Historia y vida de Otíñar,
I-II-y III”. Los vi, los miré y los interioricé varias veces. Los
de Otíñar y todos aquellos colgados en Youtube referentes a Jaén,
a la tierra de mi infancia y mis mayores, esa que dicen es la
auténtica patria de cada cual. Lugares todos que en mis doce años
residiendo allí de manera continuada, recorrí una y otra vez, las
casas donde viví, las de mis abuelos, mis tíos... En fin, un baño
de recuerdos y también un mucho de nostalgia.
Volvamos
a Otíñar. En algo más de setenta minutos que suman las tres
partes, y a través de las personas que hablan, se puede conocer la
historia reciente de ese lugar y también la pasada. Otíñar
(rebautizada como Santa Cristina), se ubica en la Sierra Sur de Jaén.
Llegó a tener 350 habitantes repartidos en casas y chozas. Es, en
cuanto a paisaje, restos arqueológicos, naturaleza e historia
medieval, un espacio idílico, y cuando estuvo habitado, una aldea
donde, a decir de Juan Carlos Roldán, “no se pasaron necesidades”.
Difícil hubiera sido lo contrario, teniendo a mano buena tierra y
abundante agua.
Pero,
tras la guerra civil (cuando había sido colectivizada esa tierra),
se fue, poco a poco, expulsando a los arrendatarios, quitándoles los
derechos de explotación y viviendas en un proceso que duró quince
años. Empezó tras finalizar la guerra, cuando los amos reclaman los
alquileres que, naturalmente, los habitantes no podían pagar. Otíñar
pasa de colonia a latifundio y los colonos a jornaleros, sin otra
vinculación ni posibilidad de reclamar su pasado y el de sus padres,
abuelos y bisabuelos. Y, “valiéndose de las tretas de las que se
valen los ricos”, los huertos se convierten en cultivo de alfalfa
para una vaquería que instalan, y los otiñeros van yéndose a Jaén,
en general al barrio de La Alcantarilla, es decir, los más cerca
posible de la que había sido su tierra y su vida.
La aldea. Foto Facebook.
Aparecen
nombres y fotos. En uno de esos otiñeros que hablan, Félix Hidalgo,
creo reconocer al nieto de mi tío-abuelo Félix, hermano de mi
abuela materna Rafaela Sutil Requena. Le conocí, al tío Félix, era
el alcalde pedáneo de Otíñar, y a sus hijas, primas hermanas de mi
madre. ¿Será hijo de Dulce, de Mercedes?
Y
van apareciendo, de lo particular, datos universales. Juan Carlos
Roldán habla de unos bandoleros de Sierra Morena, los Botija, de
Torredelcampo, de quienes dice que el primer señor de Otíñar
blanqueaba su dinero. Estoy a la espera de recibir una novela
histórica sobre el tema que he pedido. Más suerte he tenido con
“Viaje por las escuelas de Andalucía”, de Luis Bello, que
también refiere Roldán en “Criados cuesta arriba”, y cuyo
capítulo, dedicado a la aldea familiar, he leído varias veces.
Y
escribo datos universales porque el periodista y pedagogo, además
abogado en el bufete de José Canalejas, Luis Bello Trompeta ((Alba
de Tormes, 1872-Madrid,1935), que recorrió España visitando las
escuelas, estuvo también en Soria, y el soriano José Tudela de la
Orden, desde las páginas del periódico La Voz de Soria, le dedicó
sentidas y agradecidas palabras y apoyó el homenaje que el periódico
El Sol iba a dedicarle. Tambíén Tudela le dedicó un artículo,
publicado en La Voz el 30-10-1928, reproducido del periódico El Sol,
con el título “Segoviela, un pueblo ejemplar”. Segoviela es una
aldeíta de Soria, parecida a Otíñar, pero sin amo. Escribe Luis
Bello de Otíñar:
“La
maestra, en su capillita, nos enseña unos trabajos, unos cuadernos,
unas labores... ¡Como en todas partes! Cantan las muchachas,
alegremente, mientras lavan en el manantial del Covarrón, y su
cántico nos suena a desafío, a burla y reclamo. Todo ello tiene
gracia, simpatía. Otíñar sería como cualquier otra aldea, si no
mandase en ella un dueño, un señor. No es concejo; es propiedad
particular. Cuando los de Otíñar hablan de ese dueño, dicen: 'El
amo'...”.
El
largo artículo que Luis Bello publicó en El Sol, recibió un
comentario del entonces 'amo' de Otíñar (mejor dicho, del marido de
doña María, que era realmente la titular por herencia), José
Rodríguez de Cueto. No le gustó que a Bello le disgustara lo del
amo y respondía diciendo que su mayor logro sería propiciar “cuanta
dicha me sea posible para aquel puñado de campesinos”, hasta que
pocos años después la guerra y la lucha de esos campesinos por sus
derechos vinieran a torcer los buenos deseos del amo, convirtiéndolos
en pura venganza. Cosas de los ricos.
Bello
le responde que, en efecto, hay escuela y carretera (como escribía
Rodríguez de Cueto), pero pagadas, ambas, por el Estado, y añade:
“La
clase es pobre, poco más que un garaje. Sin buen deseo y sin hacerse
cargo de la realidad no la autorizaría ningún inspector. Unas
ventanitas muy altas están clavadas, y la ventilación se asegura
por los cristales rotos. (…). Al propietario de hoy, bondadoso y
patriarcal, sucederá mañana un loco, un usurero, un explotador”.
Ya
estaba en estos artículos el germen de lo que sucedería nada menos
que casi noventa años más tarde, cuando los otiñeros reclamaran
caminos usurpados, aunque no puedan reclamar la propiedad de la
escuela, por ejemplo, porque todo lo han arrasado.
Dentro
de poco más de un mes, los otiñeros volverán a reunirse en el
Puente de la Sierra para conmemorar a la patrona de Otíñar. Se
trata del segundo encuentro, este año con la felicidad de haber
conseguido lo que se propusieron, recuperar lo que todavía es
recuperable de aquella aldea, poder acceder sin vallas, y recorrer un
espacio que les pertenece.
Criados
cuesta arriba: Historia y vida de Otíñar, I-II-y III
Onda
Jaén RTV. Creación, dirección y montaje Rafael Rus. Infografía
Manuel Escribano.
Producción
SOMUCISA. Ondajaén.
Fotografías
de Francisco Javier González Sánchez “Macario”, del Dr. Eduardo
Arroyo (años 20) y otiñeros.
Intervienen:
Juan Carlos Roldán (portavoz de la Plataforma “Por Otíñar y su
entorno”); Félix Hidalgo; Pedro Pérez Morales; y Cándido Zafra.
Al
principio de la tercera parte se ve una exposición fotográfica en
el Museo Provincial, en 2016, junio. Fotos de Blas Prieto, Manuel
Carrasco, Ángel Cabrera y Francisco J. González.