miércoles, octubre 18, 2006

La vuelta al terruño

Acabo de leer que algunos sorianos que en su día emigraron a Argentina desean volver a su tierra y no partir más. Suena hermoso y melancólico. Creo que Amin Maalouf se equivoca cuando escribe que el hombre tiene orígenes y no raíces. Al hombre, en general, le tira el terruño, sea como sea ese lugar que le vio nacer, y siempre desea volver a él por mucho que su lugar de residencia haya sido hermoso y beneficiado por los dioses. Aquello que cantara Serrat, “si te toca llorar es mejor junto al mar”, parece no anidar en algunas almas.
La distancia agranda las cosas, cuanto más pequeñas son, más las agranda. Tal vez desde Mendoza, Corrientes o Buenos Aires, a la vista de la grandeza de una vegetación exuberante, o de unos ríos como mares, los hombres y las mujeres sorianas recuerden su río Linares o su peña del Espejo como contrapunto a tanta grandeza, pero amplían el canon, pues no es posible la comparación. Tal vez desde aquel país habitado por gente de hablar cálido y cantarín, recuerdan a su papá, que no a su padre, e imaginan lindo lo que es austero.
Ojalá les vaya bien, pero me viene al recuerdo una canción popular, que creo es sudamericana. “Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida/por eso comprende como están de ausentes las cosas queridas/Entonces, muchacho, no partas soñando el regreso/que el amor es simple/y a las cosas simples se las lleva el viento”.

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