Què volen aquesta
gent
que truquen de
matinada?
…
cantaba María del Mar Bonet en los duros años del franquismo. Esos años
inolvidables por mucho que se empeñen quienes pergeñaron la santísima
transición, por mucha gasolina que Martín Villa rociara sobre la documentación
secretísima mientras conjuraba para que todos olvidáramos, por mucha ancianidad
que ahora se perciba en el rostro de Luis Antonio González Pacheco, alias
“Billy el Niño”, a quien el arriba mentado concedió, el mismo año que destruyó
las pruebas de los crímenes del franquismo, una medalla.
Los
humanos, cogidos de uno en uno, puede ser, y de hecho lo es, que tengan
capacidad para olvidar duros trances vividos, pero todos juntos, a la vez, por
mucho que los políticos se empeñen, no.
Por
eso, ahora, no es que González Pacheco surja de la neblina de la memoria, es
que siempre ha estado presente en aquellos a quienes torturó y en las familias
de quienes “se suicidaron”, tirándose por la ventana de una estancia donde
estaba siendo “interrogado”.
Argentina,
que ha padecido los rigores y asesinatos de una dictadura militar, que ha visto
cómo desaparecían sus hijos y nietos, pide, a través de sus jueces, la
extradición de unos cuantos torturadores españoles. Sin esperar a la justicia
divina, último recurso de los creyentes asesinos y de quienes le apoyan, que
van a dios rogando y con las armas matando.
Y
este hecho, que debería hacer enrojecer de vergüenza a los políticos españoles
desde 1975, les hará sonreír, e incluso reír. Porque ellos ríen siempre. No hay
más que ver –si hay estómago- a esos imputados que tal vez nunca acabarán
encarcelados, reír cuando aparecen por la televisión. Se ríen los corruptos, se
ríen los torturadores, y lo hacen en las mismas barbas de los jueces y de los
ciudadanos, con gesto estúpido y a la vez altanero, como quien sabe, unos –los
políticos- que no van a acabar en la cárcel, y los otros, sus necesarios, que
puede ser que acaben entre rejas, pero con el dinero a buen recaudo.
1 comentario:
No fue tan modélica la cacareada transición cuando criminales sin escrúpulos han campado a sus anchas. En otros países se ha hecho, aunque sea mínima y simbólicamente, algo de justicia. Aquí...Y no vale lo de echar la culpa al régimen, porque hubo servidores de él que tuvieron una limpia actuación y nunca se mancharon las manos de sangre.
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