viernes, diciembre 02, 2011

Hilorios, trasnochos y otras conteras



Hace algunos años abrí el blog “Cartas a don Mandonio” para opinar, sencillamente. El nombre se debe a unas cartas que nada tienen que ver con lo publicado en el blog, dirigidas a un amigo imaginario, o no tanto. Al dar el mismo nombre trataba de hacer un homenaje a una persona que fue importante en mi vida.
Durante el último año las ganas de opinar se han esfumado. No es que haya entrado en la molicie y ahora me dedique al ocio, lo cual, por cierto, no sería dedicación. Vivo más ocupada que nunca. Se trata, sencillamente, de un desencanto por la sociedad en la que nos movemos. Digamos que hace años yo estaba más politizada, o más interesada por determinados aspectos de la sociedad y de la Cultura.
Cada mañana, por Internet, leo varios periódicos, pero sólo las portadas, ningún reclamo me hace pinchar una noticia, habitualmente de deportes o de economía, ambos temas me interesan menos que la vida sexual de las hormigas. Pronto dejaré también de hacerlo, porque la publicidad evita acceder a ellos con cierta rapidez. La televisión, salvo para ver alguna película y el programa Saber y Ganar, está absolutamente descartada. Antes la salvación era la radio, pero los deportes lo invaden todo, a cualquier hora, los deportes no, para ser más precisa, el jodido fútbol. Hubo un programa en Radio Nacional, “La noche menos pensada”, que se cargaron sin que nadie sepa el motivo, y sustituyeron por otro bastante odioso, con una mujer al frente bastante remilgada, que supongo habrá logrado echar a la clientela. En fin que es difícil opinar sin antes haberse informado. Además es en la actualidad todo tan absurdo, que se parece a la prueba ontológica de la existencia de Dios, de San Anselmo.
¿Y Soria? Pues tampoco, y alguna vez explicaré el motivo. Sólo apuntaré que hoy me he enterado, precisamente en Saber y Ganar, que allá por el siglo XVII, más o menos, existía en Madrid, concretamente en la calle León nº 7, un lugar al que denominaban “Mentidero de los artistas”, donde se dedicaban a ponerse a parir unos a otros. Pues eso, aquí en Soria también lo hay, y no me apetece participar, aunque no sea ese el único motivo.
Todo lo anterior escrito, para decir que, de momento, voy a dedicar el blog para publicar unos relatillos que escribí hace ya algunos años, cuando mi querido amigo Mario San Miguel trabajaba en la SER, y los fines de semana colaboraba con él. Aquella sección, creo que en domingo, la titulamos “Trasnochos, hilorios y otras conteras”. A veces hemos hablado Mario y yo sobre su publicación, pero me parece que este sitio puede ser bueno para eso.
Así que espero que os gusten. Aunque decía hace unos días Cruz Vergara que son malos tiempos para lírica, creo que, precisamente, por ser tan malos, es necesario, de vez en cuando, refugiarnos en ella.
Si en algún momento me he ilustrado y me apetece opinar, lo intercalaré con las conteras.

martes, noviembre 22, 2011

Ya empezamos


Cuando un partido comienza a gobernar, lo primero que hace es tomar una decisión epatante, algo así como la marca de lo que va a suponer su gobierno.
Felipe González se lanzó a la reforma de la Administración de manera urgente, en 1982, y dos años y pico más tarde –total, poco tiempo si se tiene en cuenta que salíamos de una larga dictadura- ordenó abrir la verja de Gibraltar.
Nada más ganar las elecciones en 1989 –recordemos que González gobernó durante cuatro legislaturas- subió las pensiones como nunca se había subido, ni se subirán. Creo que recordar que un cuatro o un cinco por ciento.
¿Qué hizo Aznar en sus dos legislaturas? Liberalizó primero el suelo, y en la siguiente el sector inmobiliario.
Zapatero, por su parte, nada más llegar a la Moncloa en el año 2004, retiró las tropas de Irak.
A menos de cuarenta y ocho horas del recuento electoral del pasado 20 de noviembre, Mariano Rajoy, o sus ministrables, manifiesta que no hablará con Amaiur, recién creado partido vasco, al que han votado casi trescientos mil ciudadanos.
Por cierto,  que los nuevos padres y madres de la Patria empezarán a cobrar desde el lunes. Y digo yo, que en algunos casos, o en muchos, habrá duplicidad de soldada.
Y esto no ha hecho más que empezar.

lunes, octubre 24, 2011

El terror de las imágenes


Es terrible, lo he dicho ya más veces. Ver imágenes en los informativos de las televisiones puede enfermar gravemente, y deberían obligarles a advertirlo. Ya sé que la solución es olvidarse de ese aparato para siempre, sólo nosotros somos culpables por empujar al interruptor. A partir de ahora me tomaré otro receso y sólo visionaré películas.
Pero antes, aunque sea para practicar un exorcismo, comentaré dos de ellas. Una apenas pude verla más de unos segundos, era imposible mantener la vista en la pantalla, en el suelo una pobre niña china, apenas dos años, atropellada dos veces, muriéndose como si fuera un perrillo o una rata, ¡y gente pasando y mirando! Hasta que por fin algún alma caritativa la recogió y la llevó a un hospital, o algo así, creo que está en coma. ¿Alguien puede explicar esto? Ya no es maldad, ni delincuencia, ni violencia, no, este pasar por al lado de un cuerpecillo agonizante haciendo el arco para no pisarlo, es algo completamente inexplicable desde la razón. Incluso el ser más abyecto se ocuparía de él. Terrible, es una de las escenas más crueles y enigmáticas que se hayan visto, y hasta pienso que no puede ser real. Pero ahora mismo -¡otra vez viendo imágenes!- dicen que la niña ha muerto y que fueron dieciocho las personas que pasaron junto a ella. Dieciocho hijos de mil padres, dieciocho inmundos repugnantes.
La otra imagen es el linchamiento del otrora excepcional Gadafi y de su hijo. Si ya la del ahorcamiento de Sadam Husein fue estremecedora, ésta, que sí se puede analizar desde la ira, es espeluznante. ¿Y estos cafres no van a pagar por lo que han hecho? ¿Ellos van a gobernar la nueva Libia? Pobres habitantes de a pie, cuánto a van a maldecir a estos salvapatrias.

miércoles, octubre 12, 2011

¡Qué estafa de sociedad!


Habrá un día en que todos,
al levantar la vista,
veremos una tierra que ponga libertad.
José Antonio Labordeta

Hemos llegado hasta aquí formando parte de una sociedad horrorosa, una sociedad que hemos creado entre todos. Hace unos días vi en la 2 de TVE un programa dedicado a los cantautores, y entre ellos aparecía Labordeta y su “Canto a la libertad”, y pensaba en qué nos hemos dejado hacer, cómo hemos podido llegar hasta aquí, por qué nos hemos dejado estafar de esta manera.
Recodaba aquellos años sesenta y setenta. La gente joven nos dice, y con razón, que permitimos que Franco muriera en la cama, pero utilizando una visión puramente romántica y evocadora, entonces, esos años, nosotros pensábamos que hacíamos algo útil, no sé qué, pero algo, aunque sólo fuera apoyar a esos cantautores tan combativos con la música y la palabra. Parece una tontería, pero creíamos que luchábamos. Algunos murieron en esa lucha, muchos corrían delante de los grises, las fábricas eran un hervidero, se luchaba por los derechos de los trabajadores. Quizá eso ahora parezca poco, pero algo se hacía mientras el dictador daba sus últimos estertores, matando.
La primera estafa fue la transición. Una estafa de tremendas proporciones, porque nos ha traído hasta aquí, y pienso que ya no se puede descender más, que tal vez hayamos tocado fondo y ahora, movilizaciones como las del 15M, puedan conseguir lo que nosotros no hemos podido.
Últimamente hemos podido escuchar a los políticos llamar “ministra marimacho” a una de ellas, un político ha llamado “caradura” a un colega (¡qué valor!), un alcalde le lanza un “mamón” a no sé quién y otro dice sin que se le inmute la ceja que “el 20N murieron grandes personas”, responsables de llevar las riendas de una comunidad o un área de ella espeta un “vagos” a los maestros, otro prócer avisa al mundo de que los andaluces son unos esgarramantas, y así seguiríamos, escribiendo sólo de memoria. ¿Es esto una señal de que hemos tocado fondo?
Sí, creo que lo es. Otra, más clara que la estela de las estrellas fugaces, es que en este país, y en todo el mundo, mandan los bancos. No nos engañemos, ni Europa, ni gobierno central, ni autonomías, ni ayuntamientos, me dejaré alguno, seguro. Véase si no un ejemplo claro y de a pie. Alguien solicita una vivienda social porque no tiene nada material, y sí, en cambio, hijos y trabajo en precario. Rellena formularios, presenta certificados y papeles varios e inútiles, porque todos los españolitos estamos fichados y sólo con teclear el número del DNI es suficiente, pero es necesario dar la sensación de que se trabaja. A la vista de esa extensa documentación, la administración competente concede la vivienda social, pero a continuación viene el tío Paco con la rebaja (no es que tenga mucha gana de hacer bromas, pero o eso o invadimos algo), es decir, el banco o caja correspondiente, y no da el crédito porque el solicitante no tiene con qué responder. Naturalmente que no tiene con qué responder, porque en el caso de que lo tuviera, no deberían darle la vivienda social.
Y podíamos seguir con muestras de que hemos tocado fondo y estamos en un fango pegajoso y asqueroso del que no sé quién nos va a sacar. Radios y televisiones públicas, con nuestro dinero, pretenden hacernos creer que apoyan el deporte español, y lo que llevan sosteniendo durante los años de la transición es un negocio que mueve miles de millones, consiguiendo hacer multimillonarios a una caterva de energúmenos –jugadores y dirigentes-, como es el mundo del fútbol y compañía. En nuestra época, recuerdo con nostalgia, ver fútbol y corridas de toros era algo reprobable.
En fin, dentro de unos días, tendremos una muestra más nutrida de ese fondo, porque dará comienzo la campaña electoral. Otra más. ¿Será verdad lo que cantaba Labordeta, llegará ese día?

jueves, septiembre 15, 2011

La calle Clemente Sáenz, de Soria


En algún momento de la historia reciente de esta ciudad de Soria, alguien tendrá que preocuparse y ocuparse del problema de circulación de vehículos en la zona Norte de la ciudad: Paseo de la Florida, calle de Las Casas y Clemente Sáenz, entre otras.
Cuando, hace veintiséis años, comencé a vivir en la calle Clemente Sáenz, era una calle tranquila, sin apenas vecindario, hasta que la fábrica de embutidos Villar se trasladó y comenzaron las obras de urbanización de la zona. Con el paso de los años y el inexplicable abandono del centro más histórico de la ciudad (léase calle Real y aledaños), se fueron construyendo viviendas alrededor del Hospital de la carretera de Logroño.
La urbanización de esta zona no ha corrido paralela a la organización del tráfico, o ésta ha sido mínima, dándose el caso de que, para Clemente Sáenz, en veintiséis años, sólo se ha marcado un paso de peatones en la confluencia de ésta con Viernes de Toros, y al final de ella, frente al Hospital, se ha instalado un semáforo, esto, por supuesto, en los últimos cinco años.
Clemente Sáenz es, misteriosamente, calle de dos direcciones, mientras que La Florida, hace ya años, es de una sola dirección. Esto, por sí sólo, es una molestia tremenda para los residentes de la vía. Pero a ello se añade la poca, o ninguna, educación cívica de unos energúmenos –se me ocurren más calificativos pero me parecen incorrectos para ser escritos- que se acomodan en dos ruedas para amargar la vida de toda una comunidad.
Cuando el calendario marca abril y hasta que vuelve a señalar noviembre, más o menos, los frenéticos chavales sacan de los garajes las motos de trial y las otras, y a cualquier hora del día o de la noche, recorren con ellas el barrio o, si es de día, se van a las laderas del Mirón a practicar su deporte favorito, dando vueltas previamente por la zona, con los tubos de escape trucados, supongo. La mayoría no llevan matrícula, pues yo, de haberlas visto, ya les habría denunciado. Otros la llevan, pero dirigida hacia arriba para que no se pueda leer. De todas formas, da igual, porque a la velocidad que pasan resulta imposible ver los números.
A este grupo de cafres se les une otro a cuatro ruedas, radio a todo volumen, quienes preferiblemente a altas horas de la noche, discurren la calle a velocidad tal que asusta. Y otro grupo, menor, con quads, vehículos que, según tengo entendido, no pueden circular por la ciudad.
A esto hay que añadir que podría contar con los dedos de una mano las veces que he visto por el barrio a la Policía Municipal. Hace años vi en alguna ocasión a la Nacional, cuando vivían en la zona una familia de traficantes. Tal es así, que una ocasión, al ver a un municipal, me acerqué para saludarle y agradecerle la presencia, pero fue hace años y sólo porque iban a tirar una casa.
En fin, como dije al principio, alguien, en algún momento, tendrá que ocuparse de este problema. No hay derecho que un grupito –calculo por la experiencia del tiempo transcurrido aquí que no pasarán de la docena- amargue la vida, y la ponga en peligro, a una comunidad entera.