He escuchado que se está tratando de acercar el Archivo Histórico al público con motivo de alguna efemérides. Me parece muy bien. Es necesario acercar la historia al pueblo, aunque sea para evitar que, en algunos casos, se repita.
El Archivo provincial está en la plaza de San Clemente, en lo que fuera palacio de los nobles Ríos. Es amplio, agradable y cómodo. La verdad es que, los que estamos acostumbrados a acudir a él, nos encontramos a nuestras anchas investigando entre documentos y legajos que muestran las historias que conforman la Historia, con mayúsculas.
Allí, la palabra, el comentario, el chascarrillo, el rumor, no está recogido, o sea, que no existe sección de hemeroteca reciente. Uno se encuentra con un documento notarial, por ejemplo, donde tal o cual hidalgo, mesteño o bordador, se identifica, dice de quien es hijo y nieto, con quien está casado, cuántos hijos tiene y a quien lega sus bienes, pocos o muchos.
En aquellas cajas aparecen contratos para construir o restaurar iglesias, ermitas, retablos, casas particulares, palacios, y se sabe quién era maestro cantero, maestro dorador, artífice de custodias, cálices, etc.
El Catastro del marqués de la Ensenada, pueblo a pueblo, aldea a aldea, despoblado a despoblado, nos indica con pelos y señales, cómo era la sociedad del siglo XVIII, los cultivos, las yugadas, si había o no hospital, cárcel, los impuestos que se pagaban y a quién, las lindes, descripciones de las tierras, datos que se repiten, más de un siglo después, en los amillaramientos de 1881.
Cuentan también en los fondos del Archivo con innumerables fotos, de Soria y su provincia, ordenadas y catalogadas. Una interesante biblioteca con fondos históricos. Archivos enteros de distintas localidades han sido depositados en sus almacenes.
En fin, un mundo que nos transporta a otras épocas, que nos enseña la realidad pura y dura de las voluntades que acudían a poner en letra, a la casa de los notarios o escribanos, lo que de verdad tenía para ellos sentido. Nobles y plebeyos.
Yo sé que esto no gusta a muchos cultos, catedráticos y demás, quienes piensan que se encuentran en posesión de la suficiente autoridad como para que se les evite el ser molestados, por un lado. Y por otro, creen que tienen la patente de corso suficiente como para ser ellos, exclusivamente, quienes investiguen en los arcanos cajones y baúles. Creen que el vulgo no está capacitado para entender lo que esos documentos y legajos guardan.
Pero yo creo que todo el que acude allí a buscar esto o aquello, lo hace porque tiene un interés concreto, o general, pero un interés, y eso es ya más que suficiente para que el Archivo Histórico Provincial abra sus puertas, como lo está haciendo, y realice una labor pedagógica. Los intelectuales deben acostumbrarse a que no se les considere como a un grupo elevado a los altares de la sabiduría.
El Archivo provincial está en la plaza de San Clemente, en lo que fuera palacio de los nobles Ríos. Es amplio, agradable y cómodo. La verdad es que, los que estamos acostumbrados a acudir a él, nos encontramos a nuestras anchas investigando entre documentos y legajos que muestran las historias que conforman la Historia, con mayúsculas.
Allí, la palabra, el comentario, el chascarrillo, el rumor, no está recogido, o sea, que no existe sección de hemeroteca reciente. Uno se encuentra con un documento notarial, por ejemplo, donde tal o cual hidalgo, mesteño o bordador, se identifica, dice de quien es hijo y nieto, con quien está casado, cuántos hijos tiene y a quien lega sus bienes, pocos o muchos.
En aquellas cajas aparecen contratos para construir o restaurar iglesias, ermitas, retablos, casas particulares, palacios, y se sabe quién era maestro cantero, maestro dorador, artífice de custodias, cálices, etc.
El Catastro del marqués de la Ensenada, pueblo a pueblo, aldea a aldea, despoblado a despoblado, nos indica con pelos y señales, cómo era la sociedad del siglo XVIII, los cultivos, las yugadas, si había o no hospital, cárcel, los impuestos que se pagaban y a quién, las lindes, descripciones de las tierras, datos que se repiten, más de un siglo después, en los amillaramientos de 1881.
Cuentan también en los fondos del Archivo con innumerables fotos, de Soria y su provincia, ordenadas y catalogadas. Una interesante biblioteca con fondos históricos. Archivos enteros de distintas localidades han sido depositados en sus almacenes.
En fin, un mundo que nos transporta a otras épocas, que nos enseña la realidad pura y dura de las voluntades que acudían a poner en letra, a la casa de los notarios o escribanos, lo que de verdad tenía para ellos sentido. Nobles y plebeyos.
Yo sé que esto no gusta a muchos cultos, catedráticos y demás, quienes piensan que se encuentran en posesión de la suficiente autoridad como para que se les evite el ser molestados, por un lado. Y por otro, creen que tienen la patente de corso suficiente como para ser ellos, exclusivamente, quienes investiguen en los arcanos cajones y baúles. Creen que el vulgo no está capacitado para entender lo que esos documentos y legajos guardan.
Pero yo creo que todo el que acude allí a buscar esto o aquello, lo hace porque tiene un interés concreto, o general, pero un interés, y eso es ya más que suficiente para que el Archivo Histórico Provincial abra sus puertas, como lo está haciendo, y realice una labor pedagógica. Los intelectuales deben acostumbrarse a que no se les considere como a un grupo elevado a los altares de la sabiduría.
2 comentarios:
Imagino que para poder buscar en el Archivo historico de Soria hay que estar en posesion del carnet o tarjeta de investigador y no se si eso esta al alcance de todos.
Seria bueno que estuviera al alcance de todos.
Saludos.
http://diariodeunburgense.blogspot.com
Hola. Disculpa la tardanza en responderte. Antes era necesario la tarjeta de investigador, desde hace años no, con el DNI es suficiente.
Isabel
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