Lugares
míticos de Jaén
-Un
paseo por dieciséis lugares imprescindibles para conocer la
provincia-
Abrazado
a tu cuerpo como el tronco a su tierra,
con
todas las raíces y todos los corajes,
¿quién
me separará, me arrancará de ti,
madre?
Miguel
Hernández
Con
este poema se abre el libro Lugares míticos de Jaén. Miguel
Hernández vivió poco tiempo en Jaén, concretamente en un palacio
de la calle Llana, pero el suficiente para dejar escrito un
emocionante y reivindicativo poema convertido ya en himno de la
provincia olivarera. También vivió el suficiente para acudir a
bañarse a Jabalcuz. Quesada fue el lugar de nacimiento de su mujer,
Josefina Manresa y donde, finalmente, ha ido a parar su legado.
Desde Puente Tablas. I. Goig
No
sé si es bueno o malo que Jaén y sus tierras sean, a día de hoy,
casi desconocidas, salvo el parque natural de Cazorla, Segura y las
Villas. Rincones como los que se describen en esta publicación no se
mantendrían auténticos en su casi olvido como si se destinaran al
turismo. Eso no quiere decir que se abandone el patrimonio,
riquísimo, de esta ciudad y su provincia. Como escribe Víctor
Rodríguez Lledó en el prólogo,
La
indiferencia causa más daño que cualquier tipo de vandalismo.
Aceptar sin más el devenir de las cosas es una irresponsabilidad
como ciudadano, si no nos gustan las políticas que aplican los que
mandan -o las consideramos insuficientes o inexistentes- no podemos
quedarnos de brazos cruzados; eso ya sabemos a lo que conduce:
termas de Jabalcuz en estado de ruina, una Judería sucia y
abandonada, el cementerio viejo cayéndose literalmente... Y esa no
es la ciudad que queremos para nosotros, ni la que queremos dejarle
a nuestros hijos.
Calle Llana. Casa donde residió un tiempo Miguel Hernández. I. Goig
El
relieve hace de esta provincia un espacio mítico. Cuevas,
fragosidad, antiguas culturas que han dejado para la posteridad un
rico y variado patrimonio, donde destaca el íbero y su santuario de
La Cuenva de la Lobera, y el romano, como las minas de El
Centenillo, o Cástulo en Linares, o el oratorio rupestre de
Valdecanales, cerca del embalse de Giribaile, por donde situamos mi
hija Leonor y yo una parte de la novela La vida entre veredas. Pastos
donde no cultivos, olivos en llanuras y bancales, todo ello gracias a
los Sistemas Béticos, donde destacan la sierra Sur de Jaén, la
sierra Mágina y las de Cazorla, Segura y las Villas. Y también, en
la capital, un importante barrio donde habitaron judíos, hoy
sefardíes, necesitado de algo más que de una gran Menorá. El agua
acumulada en las sierras, que va encontrando el nivel freático por
doquier, ha dejado en la ciudad monumentos como las fuentes de los
Caños, la del Arrabalejo, y el raudal de la Magdalena con leyenda
incluida.
Calle de Jaén. I. Goig
De
todo lo anterior y mucho más dan cuenta los autores de este libro
imprescindible. Como del viejo cementerio de San Eufrasio, lugar
donde, por razones familiares como se comprenderá, acudía
acompañada de mi abuela todos los domingos. De Otíñar, en la
memoria familiar por ser casi todos otiñeros. De Jabalcuz, donde
bajábamos los jiennenses a tomar el fresco cuando los calores del
verano. O de la Peña de Almodóvar, lavadero público, a día de hoy
con esculturas perfiladas en láminas metálicas que recuerdan a
tantas mujeres lavanderas de familias que se lo podían permitir,
como dice el autor.
Y
como la unión hace la fuerza, esta publicación ha llegado a ser
gracias a todos los que se relacionan a continuación, a quienes
deseo sigan dándonos a conocer otros espacios, otros lugares, nuevas
ideas y que vayan consiguiendo todo aquello que se propongan por el
bien de una ciudad y una provincia realmente mítica.
Cementerio de San Eufrasio y Barrio Judío. I. Goig
Ficha
de la publicación
Autores
del texto
Rafael
Cámara Expósito. El legado de una amplia minoría: la Judería.
Alejandro
Casas Crivillé. El Centenillo. Baños de la Encina.
Rafael
Alarcón Sierra. El oratorio rupestre visigodo de Valdecanales. Rus.
Manuel
Palacios Ramírez. El cementerio de San Eufrasio. Jaén.
María
Jesús Torres Soria. Santuario Ibérico de La Cueva de la Lobera.
Castellar.
Alfonso
Ramírez Contreras. Cástulo, puerto de encuentros. Linares.
Juan
Cruz López. El refugio de la plaza de Santiago. Jaén.
José
Manuel Almansa Moreno. La Iglesia de San Lorenzo. Úbeda.
Diego
Polo Aranda. Paisaje y patrimonio cultural del agua. Pagalajar.
Ana
María Tello Martínez. Jabalcuz. Jaén.
Estela
Pérez Ruiz. Santa María de Cazorla: historia de una ruina
inacabada. Cazorla.
José
María Cantarero Quesada. El Castillo de Burgalimar: un otero varado
sobre las aguas. Baños de la Encina.
Antonio
Ramón Tudela Cárdenas. La Peña de Almodóvar. Jaén.
Silvia
López Cano. La aldea de Mata Begid. Cambil.
Blas
Prieto Sánchez. El valle del río Valdearazo. Valdepeñas de Jaén y
Campillo de Arenas.
Juan
Carlos Roldán Martín. Al Sur del municipio de Jaén: Otíñar.
Prólogo:
Víctor Rodríguez Lledó
Epílogo:
Jesús Manuel García Muñoz.
Castillo de Otíñar. I. Goig
Fotos:
José Antonio Torres Escobar
Proyecto
Forvm MMX
Blas
Prieto Sánchez
Ilustraciones
interior cementerio: Silvia López Cano
Diseño
de cubierta: Gudmornin
Diseño
y maquetación: Jesús Manuel García Muñoz
Revisores:
David Hinojosa Sánchez, Ascensión Cubillo Villanueva y Jesús
Manuel García Muñoz.
Jaén,
Junio 2015
Crowdfundeado
Verkami
Proyecto
de Delirium Coder, S.L. Y Studio José Torres
2 comentarios:
A Jaén, a la que unen bastantes más lazos con Soria de los que creemos, le pasa lo mismo que a estas tierras del Alto Llano Numantino: es una provincia bastante desconocida, por no decir olvidada por los grandes centros de poder y decisión. Mi padre, cuyo segundo apellido era Quesada, me contaba que a algunos molinos aceiteros de la provincia bajaban los cagarraches. Por si alguien me lee y no lo sabe, eran emigrantes por temporada de la antesierra soriana que se encargaban de los trujales en época de molienda. Y, como Soria, también es tierra mítica, todavía no invadida por hordas en chanclas, pantalón corto y máquina fotográfica al ristre, aunque sería bueno, creo, un turismo sostenible, cultural, gastronómico... Jaén, como Soria, efectivamente tiene rincones muy bellos que desconocemos, incluído quien suscribe. Sierra de Mágina, por ej. debe tener lugares que... ni te imaginas; Úbeda, Baeza, Alcalá la Real, Sabiote, Baños de la Encina, la zona del Despeñaperros, Hornos, Segura de la Sierra... A Jaén, como a Soria con Segovia y su acueducto, Salamanca y su piedra, Ävila y sus murallas, la eclipsan Granada, Córdoba y Sevilla, por no decir también la Costa del Sol y sus playas. Jaén, como Soria, son tierras de paso y quizás debieran ser más conocidas. Ah, en Jaén, a diferencia de Soria, ponen tapa -¡qué tapas!- con cada caña o vino. Habrá que ir. Gracias, Isabel, por ampliar nuestro conocimiento.
Manuel, no olvides que yo, como tú, tus padres, Pepi..., tengo raíces jiennenses. Bueno, como decía el escritor, raíces no, que no somos plantas, pero sí orígenes que están ahí, agazapados y, de vez en cuando, salen a flote con mucha fuerza.
Un abrazo
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