domingo, marzo 20, 2011

Cuánto nos gusta el drama



Con motivo de los últimos acontecimientos internacionales, léase lo sucedido en Japón y lo por suceder en Libia –imprevisible- he vuelto a la nefasta costumbre de ver las noticias en televisión, aunque prometo que lo dejo ya.
Ayer una cadena abrió la emisión con los titulares propios, se detuvo un poco más en el de la muerte de seis miembros de la brigadas antiincendios en Teruel, pero rápidamente volvió a lo que les interesaba, con el tacto propio de un elefante en la cacharrería, dijo algo así como “vayamos a lo importante”, que en ese momento era esa guerra en la que nos han metido de nuevo, la de Libia. Supongo que las familias de los fallecidos estarán todavía acordándose de su madre, de la del presentador.
Para las televisiones lo que importa es la imagen, cuanto más escabrosa e impactante, mejor, aunque no aporten nada más que morbo. Y a muchos españolitos también, porque si no nos gustaran, las imágenes se las tendrían que guardar en la retaguardia. Eso de ver cómo caen los aviones incendiados, ver los heridos con la sangre fresca o las tripas fuera, les debe producir a algunos un placer que tal vez no sientan con otras actividades en principio más agradables.
Por eso, los herederos lorquianos que somos, no podemos entender la reacción de los japoneses, y hasta parece que nos fastidia verles comportarse con esa elegancia, esa espiritualidad y esa tranquilidad que les confiere la ausencia de una religión bárbara y sangrienta como el catolicismo, y no digamos la musulmana. Ese sincretismo, ese escoger lo mejor de cada religión, les han conferido, junto con su particular historia, una serenidad y un espíritu de superación de todas las desgracias, que en España, o se ve con envidia, o directamente no se ve.
Otro ejemplo del comportamiento de nuestros ínclitos medios de comunicación lo viví esta vez escuchando la radio hace unos días. Hablaban con un cónsul honorario de un pequeño país árabe, no recuerdo cuál, y el hombre, ante las preguntas alarmantes y alarmistas de los profesionales, respondió con un razonado “aquí no está pasando nada”, más o menos, tantas veces como los periodistas insistían. Cuando el hombre colgó el teléfono, le pusieron a caldo, lo más bonito fue, dicho con todo el desprecio posible, que “al fin y al cabo sólo es cónsul honorario, de esos que hay en algunas ciudades”. Querían carnaza.
Aquí somos muy de plañideras, de rasgarnos las vestiduras y el rostro, de bodas de sangre y de Bernarda Alba, con todos los respetos para mi querido paisano Lorca. Si no hay nada más que fijarse, ahora que llega la Semana Santa, en la imaginería, tortura y sangre en estado puro. En fin, lo que la naturaleza no da, la espiritualidad no presta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

En estas fechas, después de las últimas catástrofes, mi respeto y admiración hacia los japoneses ha ido en aumento a la par que mi autocrítica, diría desprecio, hacia esa forma nuestra de entender la vida: cotilleo, morbo, envidia, cainismo... Cuando leo que más de un o una impresentable, y no hablo solamente de Belén Esteban, cobra más de un millón de euros al año -mas de 166 millones de las antiguas pesetas- por sacar miserias y mugre casposa en televisión, ante la babeante audiencia que les da de comer (la publicidad paga por los llamados índices de audiencia, como es sabido) me pregunto si luego podemos tener fuerza moral para criticar a una nefasta clase política que no deja de ser un reflejo de la sociedad a la que pertenecen. Por cierto, y sobre lo de Libia, ¿qué fue de los de la "ceja" que clamaban con aquel "No a la guerra"? Aunque eso es para otro debate.
Paquillo Pajero.

Anónimo dijo...

Y tú Isabel, que sé lo que te priva la izquierda ¿no tienes nada que decir de la actitud del presidente Zapatero en la guerra de Libia? yo te vi en la manifestación contra la de Irak...

Anónimo dijo...

Si Zapatero es la izquierda, como insinúa el anterior anónimo, más vale salir corriendo. Zapatero, digo yo, es un veleta que no hay por dónde cogerlo. Un día dice una cosa, al otro hace la contraria, al siguiente ni lo uno ni lo otro, luego donde dije digo, digo Diego, etc.

Anónimo dijo...

A ver si se caba de una vez lo de la izquierda y la derecha y empezamos a pensar en gentes decente e indecente y en buenos gestores. Ya está bien.

Anónimo dijo...

Lo de Japón, a lo que no se le está dando la importancia que tiene, es gravísimo. A ver si nos damos cuenta de una vez de que la Tierra es un planeta muy pequeño y que todo está relacionado. Ya pagaremos lo del desastre nuclear. Ahora hasta losprogres quieren de nuevo este tipo de energía, lo que hay que ver.